Dos semanas conviviendo con el coronavirus

Daniel Riobóo Buezo Seguir a @danirioboo

Durante el confinamiento estuve escribiendo en este blog un diario de la cuarentena durante mes y medio. Luego espacié las publicaciones y desde el 19 de mayo no había vuelto a escribir aquí. Creo oportuno retomarlo tras haber pasado el coronavirus. Afortunadamente no he tenido síntomas graves, nada que ver con casos cercanos que han acabado con hospitalizaciones o incluso fallecimientos. Pero creo que lo que he vivido y aprendido durante estas dos semanas puede ser de ayuda para quienes aún no lo habéis pasado.

El sábado 19 me levanté con mal cuerpo. Había pasado mala noche y al despertar me dolía la garganta, estaba mareado y tenía tos y unas décimas de fiebre. Unos días antes había comido en una terraza con un amigo que acababa de dar positivo tras empezar con síntomas tres días antes que yo. Ese día tenía que ir a Ciudad Real para trabajar en el Campeonato de España de Federaciones Autonómicas de atletismo. Como iba a ir con varias personas en una furgoneta, ante los síntomas y ese positivo cercano y, dado el protocolo existente en la competición, vi prudente decirles que no creía conveniente ir. Lo entendieron y hasta finalmente pude hacer el vídeo del resumen de la competición tras seguirlo desde casa.

Durante el fin de semana continúe con los síntomas a los que se añadieron la sensación de ahogo, la jaqueca y la fatiga y, tras llamar varias veces sin éxito a mi centro de salud, el lunes, a primera hora de la mañana me presenté allí. Al comentarles en la entrada los síntomas que tenía me dijeron que esperara para ser atendido. Después de 40 minutos de espera, pasé a la consulta y, al escucharme y medirme la saturación de oxígeno (la tenía justita, al 95%) y conociendo el caso del positivo, el médico dijo que parecía coronavirus así que me hizo allí mismo la PCR. Y si, el hisopo molesta cuando llega hasta el fondo de tu nariz pero son sólo unos segundos.

Así que, a la espera del resultado, me confiné en casa y decidí comprar un oxímetro por internet (los básicos los tienes desde 20 euros, en la farmacia cuestan 50) para ir midiendo la saturación y seguí utilizando el inhalador que tengo (soy asmático) al levantarme y otra vez por la tarde porque seguía experimentando ahogo.

Además, tras leer varios artículos con recomendaciones, decidí proveerme bien (mi maravillosa novia me hizo la compra) de vitamina C con naranjas, kiwis y brócoli a los que sumé infusiones de jengibre con limón. También dicen que, al alojarse el virus en la boca, garganta y pulmones, hay que hidratarse continuamente bebiendo mucha agua y también cepillarse muy bien la lengua y utilizar frecuentemente soluciones de enjuague bucal.

Tengo amigos y conocidos a los que han tardado una semana en darles el resultado de la PCR. En mi caso fui un afortunado (supongo que también influye que en mi zona hay menos incidencia que en otros distritos de Madrid) y en menos de 48 horas mi médica me dio el resultado por teléfono. Era positivo. Me tocaba continuar con la cuarentena en casa.

Intenté comunicar el positivo a través de la app Radar Covid pero no era posible. Te pide un código que te tiene que proporcionar la Consejería de Sanidad pero en Madrid la Comunidad no ha activado la aplicación aunque podría ser muy útil para el rastreo y para evitar el confinamiento. En cuanto a los rastreadores, sospechaba que no me llamaría ninguno ya que en Madrid no han querido contratar los necesarios así que directamente avisé a las personas que había visto los últimos días y, afortunadamente, ninguno ha tenido síntomas ni ha dado positivo.

El resto de personas (tres) que habían estado en la comida con nuestro amigo dieron negativo en la PCR así que puede que mi contagio se produjera dos días después. Fui con dos amigos a cenar algo a una terraza del barrio pero al empezar a llover entramos dentro del bar y, por el periodo de incubación, es probable que fuera allí. Aunque creamos que somos muy precavidos, utilicemos el gel y llevemos siempre la mascarilla, creo que contagiarse puede ser más fácil de lo que creemos. También parece que llevando las mascarillas (si es de tela tiene que llevar filtro siempre) la carga vírica a la que estamos expuestos es menor y de ahí que cada vez haya más asintomáticos o enfermos con síntomas leves.

La semana continuó y ya empecé a saturar bien de oxígeno, me dejó de doler la garganta y notaba menos fatiga y dolor de cabeza aunque la tos siempre ha seguido, especialmente al levantarme, y algún día también tuve dolor de oídos y algo de mareo. Me habían dado la baja en el trabajo así que, una vez que he ido mejorando, he aprovechado la cuarentena para leer mucho (estoy devorando Patria y otro manual sobre cine) y ponerme al día con pelis y series pendientes.

El domingo y el lunes ya me encontré bastante mejor y en la consulta telefónica la médica me dijo que el martes me harían otra PCR. Ese mismo día, aunque ya aparentemente no tenía síntomas, tuve un mareo muy fuerte por la noche pero probablemente fue por otra causa ya que a la mañana siguiente había desaparecido por completo. Ayer me llamó de nuevo para decirme que había dado negativo y dado que ya no tenía síntomas (12 días después del comienzo y de iniciar la cuarentena) podía terminar el confinamiento.

Voy a seguir sin ver a nadie algún día más pero ayer por la tarde sí me permití salir un rato con la bici para tomar el aire y ver qué tal estaba de fuerzas y capacidad pulmonar. Fui a la Dehesa de la Villa, que está cerca de casa. Solo fue una hora pero me sentí bien y no sentí falta de aire. De todas formas y, ya que llevo tiempo sin hacérmelos, le pedí a la médica hacerme unos análisis y una serología.

Justo cuando termino mi confinamiento de dos semanas, Madrid va a iniciar otro ya que la ciudad y la región tienen ahora mismo la mayor tasa de contagios de Europa y es posible (espero equivocarme) que los hospitales y las UCIs vuelvan a colapsarse. Otro dato que he escuchado hoy es revelador, solo en septiembre Madrid ha notificado más contagios que Japón durante toda la pandemia. Han tenido meses para contratar rastreadores y reforzar la atención primaria con mas profesionales para evitar esta situación pero ellos sabrán por qué no se ha hecho.

Creo que nadie quiere un confinamiento, si se decreta es porque es el único remedio que por ahora funciona para contener la transmisión comunitaria. Otros países y ciudades europeas con una incidencia mucho menor a la de Madrid ya están aplicando medidas más estrictas. Y también todos tenemos que ser más responsables cumpliendo estrictamente las cuarentenas y facilitando desde todos los ámbitos que puedan cumplirse.

La salud no es ideología, está por encima, es una necesidad. Y con ella no debería jugarse por cálculos políticos porque sin salud no hay ideología, ni economía ni nada. Bien estaría que todos aprendamos que solo una sanidad pública con recursos y profesionales suficientes puede contener esta y la próxima pandemia.

¿Nos está preparando la pandemia para afrontar el cambio climático?

Daniel Riobóo Buezo

Durante este tiempo de pandemia estamos comprobando el efecto palpable sobre el medio ambiente de una menor movilidad y actividad comercial a través de la mejora de la calidad del aire y de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero este impacto positivo es sólo temporal y está provocado por la desaceleración económica y el confinamiento. En el largo plazo lo importante es que se cumplan los compromisos del Acuerdo de París sobre reducción de emisiones por parte de todos los países, algo que por desgracia no ocurre.

La pandemia del Covid-19 también nos está recordando lo vulnerables que somos y la necesidad de defender al planeta ante ésta y otros amenazas globales como el cambio climático, el verdadero monstruo al acecho. Dentro de la tragedia que supone para el ser humano, creo que de esta crisis también podemos extraer lecciones y hacernos preguntas, especialmente en lo que respecta a la necesidad de encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la sostenibilidad medioambiental.

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[Imagen de ejaugsburg en Pixabay]

¿Podemos vivir con menos a nivel personal? Una vez cubiertas nuestras necesidades básicas, el resto de necesidades materiales secundarias son opcionales y quizá deberíamos pensar en reducirlas ya que el consumo sin medida tiene efectos perjudiciales sobre la explotación de recursos naturales y genera un exceso de residuos difícilmente reciclables. Para hacernos una idea, con respecto a 1970, cada ser humano produce de media un 21% más de dióxido de carbono, consume un 65% más de carne y utiliza un 447% más de plástico. 

¿Es sostenible el aumento de población y explotación de recursos? Si extrapolamos el impacto humano a nivel colectivo los datos son abrumadores. En los últimos 50 años, la población mundial ha aumentado de 3700 a 7800 millones de personas con la consecuente ocupación de espacios naturales (230 millones de hectáreas más) y de cultivo (160 millones de hectáreas) que nos acercan más a los hábitats naturales de las especies salvajes con el consecuente aumento del riesgo de brotes epidémicos. Con motivo del 50 aniversario del día de la Tierra del pasado 21 de abril, el Museo de historia natural de Estados Unidos publicó este vídeo animado en donde se compara y entiende a la perfección la evolución del impacto humano en el planeta entre 1970 y 2020.

El calentamiento global también es ya un hecho innegable como muestran numerosas instituciones científicas. En los últimos 50 años la temperatura media del planeta ha aumentado en un grado lo que provoca que los glaciares se están derritiendo hoy a un ritmo seis veces mayor que en 1970 y que el nivel del agua de los océanos aumente 3,3 centímetros por década. Un mayor número de tormentas, inundaciones, sequías y fenómenos naturales extremos también parecen directamente consecuencia del cambio climático. Y estas alteraciones también tienen un efecto directo sobre los seres humanos, especialmente en determinadas regiones. Según el último informe del Banco Mundial, si no se actúa inmediatamente los impactos climáticos podrían empujar a otros 100 millones de personas a la pobreza en 2030.

¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Es necesario viajar tanto? A mi personalmente me apasiona pero quizá deberíamos limitar o concentrar nuestros viajes en nuestro tiempo de ocio y evaluar si son absolutamente necesarios en nuestra vida laboral. Nos estamos dando cuenta de que muchos viajes de trabajo son innecesarios dadas las posibilidades que ya nos ofrece la tecnología para mantener reuniones o incluso negociar por otros medios. El teletrabajo es factible en muchos sectores y puestos de trabajo y su extensión, como la de la digitalización, también disminuyen la presión medioambiental.

¿Necesitamos utilizar tanto los vehículos particulares? Los coches son la mayor fuente de contaminación de las ciudades. Durante la pandemia, las emisiones de dióxido de nitrógeno están en sus niveles mínimos en muchos años y todos lo estamos notando estos días cuando salimos a la calle. Por poner un ejemplo cercano, la contaminación ha caído un 59% en Madrid durante el estado de alarma logrando el mejor registro en una década. Además, otras ciudades como Milán, están aprovechando el confinamiento para poner en marcha un ambicioso plan contra la contaminación y así la capital de Lombardía dará prioridad a peatones y ciclistas para reducir el tráfico. La progresiva implantación de vehículos eléctricos e híbridos también contribuirá a una menor contaminación.

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¿Por qué no apostamos todavía más por las energías limpias? Las energías renovables son más fácilmente disponibles que las fósiles, que tienen estructuras de almacenamiento y distribución mucho más costosas y menos flexibles. Según un informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía, la caída del consumo energético durante el confinamiento no tiene precedentes desde el crash bursátil de 1929. Mientras el consumo de carbón y el petróleo se han hundido, las energías solar y eólica han crecido por sus bajos costes de operación y su mayor flexibilidad.

¿Qué puede hacer España? España podría beneficiarse enormemente de una apuesta más clara y decidida por las energías renovables y la nueva ley del cambio climático que pronto verá la luz puede ser un buen punto de partida. El objetivo principal de la ley se alinea con el Acuerdo de París y busca alcanzar la descarbonización a más tardar en 2050 cuando el 100% del sistema eléctrico deberá ser renovable. Pero antes se pretende disminuir las emisiones en un 20% en 2030. La movilidad sostenible, el establecimiento zonas de bajas emisiones o la gobernanza climática formarán también parte de la nueva ley.

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          [Imagen de Sebastian Ganso en Pixabay]

El virus que hoy tiene en jaque al planeta también ha demostrado que debemos dotar de más recursos profesionales y humanos a los sistemas públicos de salud y aumentar la inversión en investigación científica. Sólo así podremos estar preparados para la próxima pandemia, que puede ser un nuevo coronavirus o, aunque aún no esté calificado como tal, el propio cambio climático. 

Si no conseguimos frenarlo o minimizarlo, el cambio climático tendrá consecuencias aún peores a las que sufrimos actualmente. El  problema del capitalismo es que no se autolimita en sus ansias de «generar riqueza». Pero sí puede evolucionar hacia un modelo que apueste por la economía circular y las energías renovables. Un cambio hacia una economía más sostenible, un nuevo «Green Deal» beneficioso a la vez para las personas, empresas y el planeta, parece ahora más necesario y posible que nunca.

El día de la madre sin ella

Daniel Riobóo Buezo

Hoy es el día de la madre. Para mi es un día triste, para qué voy a negarlo. Lees y ves felicitaciones por todos lados y tu no puedes hacerlo, de hecho casi ni te acuerdas de cómo fue la última vez que lo celebraste junto a ella. Y así ha sido desde que tengo 18 años. Mi madre murió de un cáncer fulminante que se la llevó en apenas seis meses y con 50 años recién cumplidos. Ante sus continuas molestias, le diagnosticaron algo erróneo y, cuando le hicieron las pruebas adecuadas, ya era demasiado tarde para intentar salvarla.

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Me costó muchísimo superar su muerte y su ausencia. Era un adolescente excesivamente tímido y estaba muy unido a ella, la quería más que a nadie en el mundo y su enfermedad y desenlace me pilló en el peor momento posible. Tras irse y durante años, cuando alguien hablaba de su madre o me preguntaba por la mía intentaba evitar el tema. A veces hablaba de ella como si siguiera viva para no contar mis penas o cambiaba de tema rápidamente porque me seguía costando un mundo afrontarlo.

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Dicen que hay un hecho en tu vida que te cambia para siempre. Para mi, sin duda, fue ese. Me dejó destrozado durante mucho tiempo. Mi padre me llevó poco después un día a una psicóloga pero me cerré en banda y no quise volver más ni que me recetaran ninguna medicación que me pudiera animar artificialmente. Preferí intentar superarlo yo solo, muy probablemente me equivoqué, pero era demasiado reservado para contarle a nadie lo triste que estaba. Asimilarlo me llevó mucho tiempo, demasiado. Pero al final también creo que me hizo más fuerte para afrontar y relativizar otros problemas que han venido después, ya sean pérdidas de otros seres queridos, rupturas sentimentales o problemas laborales.

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Tengo un amigo que vivió una situación muy parecida y creo que tenemos muchas cosas en común y también pienso que sufrir aquello le hizo más fuerte. Un día me contó que su psicóloga le había dicho que, sin darse cuenta, buscaba una pareja que le recordara a su madre. Creo que a mi, en cierta forma, también me ha pasado lo mismo. Siempre, aunque sea inconscientemente, he buscado cualidades de ella en mis novias. Su alegría. Su nobleza. Su simpatía. Su generosidad. Hasta lo bien que bailaba o lo artista que era.

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A pesar de que han pasado 25 años desde que nos dejó, a mis hermanas, a mi padre y a mi nos sigue costando hablar de ella y nos da rabia que no haya podido conocer a sus cuatro nietos porque los habría querido con locura. También me da rabia darme cuenta de que cada vez tengo menos recuerdos de ella, en gran parte porque quien más la recordaba era mi abuela y se fue hace ya siete años.

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A través de los recuerdos de mi abuela y viendo como se emocionaba cada vez que hablaba de ella, también descubrí que si es duro perder a un padre o una madre, es infinitamente más doloroso perder a un hijo. Con la marcha de mi abuela, mi segunda madre también se fue. Por eso, quienes tenéis la suerte de tener a vuestra madre, aprovechadlo al máximo celebrando este día o cualquier otro momento junto a ella. Yo no puedo hacerlo pero, aunque me siga costando hablar de ella y cada vez tenga menos recuerdos suyos, la echo de menos cada día.