Escribe para que sea imposible no entenderte

Por Daniel Riobóo Buezo Seguir a @danirioboo

«Cuando escribas, no aspires a que sea posible entenderte, sino a que sea imposible no entenderte». (Marco Fabio Quintiliano).

Esta frase del retórico y pedagogo hispanorromano del siglo I d.C. recoge en su sencillez toda una declaración de intenciones y un objetivo que probablemente perdemos de vista cuando escribimos. Para conseguir que sea imposible no entendernos, debemos tener muy claro qué queremos comunicar y después organizarnos antes de escribir. Tenemos que decidir cómo queremos contarlo, dónde y para quién lo contamos y qué extensión vamos a darle al texto.

A menudo lo breve esconde el secreto de lo efectivo. Habitualmente creemos que utilizando frases subordinadas y numerosos sustantivos nuestros mensajes calan más en los lectores. Nada más lejos de la realidad. Dificultan la lectura y entorpecen la comprensión.

Y es que todos podemos incurrir en esta inercia si bajamos la guardia a la hora de escribir. Para evitarlo, en Aleph hemos regresado vocacionalmente a la escuela de escritura estas navidades. Queremos compartir las orientaciones y consejos extraídos de un libro que nos ha llamado especialmente la atención. Creemos que te ayudarán para que sea imposible no entenderte.

Se trata del brevísimo y práctico manual de escritura de William Lyon, “La escritura transparente. Cómo contar historias” (Libros del K.O., 2014). Está destinado a periodistas, desde principiantes con ganas de aprender a veteranos siempre a tiempo de afianzar conocimientos. También para todo aquel que quiera mejorar su capacidad para narrar y comunicar por escrito, ya sean historias personales, informes de trabajo, posts de un blog o comunicaciones empresariales.

Si bien para mejorar escribiendo es conveniente leer y escribir todo lo que puedas, también es necesario someter cada frase que escribimos a una evaluación y revisión constante. Como Lyon afirma, “en un buen párrafo, cada frase es el resultado de la anterior y enlaza con la siguiente. El escritor tiene que preguntarse en cada momento cuál será la oración más apropiada. Tiene que pensar, y eso duele. Cuánto más fácil es acumular una serie de ideas diferentes en una frase larga y que el lector se busque la vida”.

William Lyon ha sido corresponsal en España para numerosos medios.

Para trabajar esta autoexigencia, ir afinando nuestro estilo y facilitar la lectura de nuestros textos, en un capítulo central del libro Lyon nos facilita consejos sencillos y efectivos que le hemos tomado prestados.

Utiliza más las palabras cortas que las largas. Se entienden con más claridad.

No escribas más palabras de las necesarias. Cuantas más palabras superfluas se eliminan, más gana la escritura en fuerza y nitidez.

No recargues en exceso los párrafos. Pueden cansar al lector y renunciar al esfuerzo de continuar leyendo. Cada punto y aparte le permitirá recobrar el aliento.

-Cuidado con el abuso de los sustantivos característico del lenguaje burocrático. Es más conveniente recurrir a verbos directos.

-Huye de las frases largas. Según un estudio del American Press Institute, cuando la longitud media de las frases era menor de 8 palabras, los lectores comprendían el 100% del artículo. En el extremo opuesto, al ascender a frases de hasta 43 palabras, la comprensión caía al 10%.

Evita el desorden sintáctico para no confundir al lector.

-Omite tópicos y frases manidas.

Además de estos consejos, añadimos de nuestra cosecha la recomendación de dejar reposar los textos y volver a repasarlos pasado un tiempo o, mejor aún, dejar que lo haga otra persona.

En este punto es conveniente responder a dos preguntas. ¿Qué falta? y, sobre todo, ¿qué sobra? Haciéndolo podremos detectar ausencias y seguro encontraremos alguna frase o párrafo que puede seguir puliéndose.

Y es que contar historias es un arte que necesita la paciencia, el esmero y la autoexigencia de un artesano. Esta exigencia propia la recomendaba Primo Levi, a quien Lyon también cita en su libro. “Siempre pensé que uno debe escribir de la forma más clara y ordenada posible; que escribir es transmitir un mensaje, y que si el mensaje no se entiende es culpa del autor. Por lo tanto, debe hacer posible que su escritura sea entendida por el mayor número de lectores con el menor esfuerzo”.

En Aleph aplicamos a nuestra escritura pensamiento, coherencia y sencillez. Esperamos que sea imposible no entendernos.

*Artículo originalmente publicado en el blog de Aleph el 17 de enero de 2022

Por un 2022 lleno de reencuentros e ilusión

Últimamente bromeo con mi padre diciéndole que parece Chiquito de la Calzada. Las pocas veces que nos vemos, siempre en exteriores y a dos metros, tiene un acto reflejo de dar un paso hacia atrás cuando te aproximas un poco. El miedo es libre y él, como la mayoría de nosotros, teme al contagio. Por eso estos dos últimos años ha decidido no juntarse con nadie en las fechas navideñas. Lo hemos respetado y ha hecho muy bien, no como yo que me he contagiado de nuevo recientemente por bajar la guardia.

Creo que, al igual que mi padre, todos nos hemos vuelto desconfiados ante el contacto humano. Especialmente ante los desconocidos y en interiores pero también con conocidos e incluso en exteriores. El ser humano ha pasado a temer al ser humano y hemos ido creando nuestras propias burbujas de seguridad y, salvo algunos meses de menor incidencia, hemos dejado de ver a muchos amigos y familiares.

Ahora con la nueva variante Ómicron está incluso más justificado ya que es altamente contagiosa, incluso al aire libre estando cerca, puedo dar fe. Quizá esta alta transmisibilidad sea por fin el principio del fin de la pandemia y el virus acabe quedando como una enfermedad endémica más, como ya apuntan cada vez más epidemiólogos.

2021 ha sido un año de pérdidas, para mi y supongo que para casi todos. Inesperadas y dolorosas como la de mi tío Ramón y la de Gregorio, el padre de Paz, o injustas y fácilmente superables como la de mi anterior trabajo. Pero la vida también se renueva con amigos que siguen teniendo hijos o encontrando nuevo empleo y colaboraciones.

Mi familia paterna al completo en las bodas de oro de mis padrinos Manolo y Olga hace unos años.

Finalmente no terminaré el año trotando en la festiva San Silvestre Vallecana como pretendía. Pero 2021 termina para mi con un pequeño gesto cargado de significado. Mi padre me ha traído hoy unas chuletas de cordero lechal para que coma algo «especial» en Nochevieja o Año Nuevo. Puede parecer un detalle nimio pero refleja que va venciendo su miedo a acercarse a un contagiado (con mascarilla y a dos metros). Y es que creo que todos debemos empezar a naturalizarlo y a asumir que el coronavirus, como otras enfermedades anteriores, ha llegado para quedarse y no puede seguir paralizando nuestra vida.

Para terminar este post, a 2022 sólo le pediría que veamos de nuevo a todos aquellos a los que no hemos visto durante estos casi dos años de pandemia. También que podamos tener conversaciones donde no hablemos del puñetero virus. Y, sobre todo, que volvamos a vivir normalmente, sin miedo y con ilusión. Feliz año a todos.

El plan de viabilidad: qué es y por qué es tan importante

Si montar una empresa exitosa fuera sencillo, todos lo haríamos. Pero no lo es y ni siquiera tener la mejor idea de negocio garantiza el éxito. Hay otros aspectos tanto o más importantes que se deben tener en cuenta al poner en marcha un nuevo proyecto, como por ejemplo la visión del negocio o contar con un plan de viabilidad bien estudiado y redactado.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, el emprendimiento vuelve a crecer en España a pesar de la pandemia, o quizá como consecuencia de esta. Así, la creación de empresas en el primer semestre de 2021 ha sido un 57,6 % mayor a la del mismo periodo de 2020.

Pese a los datos cambiantes, es preciso ser consciente de que cada año nacen y se destruyen miles de empresas en nuestro país por lo que la capacidad de un emprendedor para aumentar el grado de certeza de la viabilidad de su negocio es vital para su supervivencia.

¿Qué es un plan de viabilidad y qué lo caracteriza?

Antes de emprender debemos hacernos muchas preguntas, y una vez que las respuestas nos indican que es el momento de hacerlo es hora de ponernos manos a la obra. Cuando en el emprendimiento se habla de plan de negocio o de viabilidad nos referimos a un documento escrito que cada emprendedor elabora con el objetivo de planificar, evaluar y controlar los aspectos más importantes del negocio. Este abarca desde la propia idea hasta todo lo relativo a la puesta en marcha de la empresa, identificando y redactando las etapas necesarias para llegar al éxito.

Así, el plan de viabilidad, además de plasmar la idea de proyección del negocio, debe reflejar que sea financieramente viable y debe servir a los emprendedores como herramienta de trabajo, ayudando a planificar el proyecto desde la óptica económica y financiera. Este plan también debe contemplar la posibilidad de involucrar a otros posibles participantes en el proyecto para poder obtener fuentes de financiación externa.

¿Qué puntos debe recoger un plan de viabilidad?

Para redactar un plan de negocio completo es fundamental reflejar una serie de puntos obligatorios.

La idea debe incluir el nombre, imagen y ubicación de la empresa, así como la naturaleza de la propia idea y de cómo la presentaremos, cómo queremos posicionarnos en el mercado y el target o público al que dirigiremos las acciones comerciales. También cómo canalizar el apoyo de los socios y posibles accionistas o de los terceros interesados.

Es importante tener en cuenta los trámites legales y fiscales y reflejar qué leyes, licencias y condiciones necesitamos para lanzar nuestra idea de negocio.

También es fundamental conocer a fondo el mercado y el sector al que nos dirigimos para identificar y estudiar la potencial demanda y la oferta ya existente, es decir, quiénes serán nuestros competidores directos.

El plan de operaciones es un inventario de los recursos humanos, técnicos, materiales y económicos que se aportan y se necesitan para el proyecto y cómo van a ser gestionados y aplicados para sacarles el mayor rendimiento posible de cara a conseguir los objetivos fijados.

Identificar los canales que utilizaremos para conectar con el público objetivo es la base del plan de marketing. Pero también debe incluir toda la información relativa a los productos o servicios que vamos a ofrecer: en qué consisten, su precio, nombre, características o cómo haremos el control de calidad. La política de distribución comercial igualmente debe estar presente: cómo venderemos y cobraremos, cuáles son los canales de distribución y los medios de promoción y publicidad, así como una hipótesis sobre las fases de crecimiento y madurez del producto o servicio que vamos a ofrecer.

Por último, el plan financiero debe indicar de qué recursos económicos disponemos, si necesitamos subcontratar o solicitar algún tipo de préstamo o crédito o si podemos solicitar algún tipo de subvención pública o privada. Igualmente, este apartado debe definir el volumen de ventas que esperamos obtener y proyectar la rentabilidad y los resultados que queremos conseguir así como establecer la estructura económica y financiera de la sociedad que hemos constituido.

¿A dónde podemos acudir una vez redactado el plan de negocio?

Como comentábamos anteriormente, el plan de viabilidad es una herramienta fundamental para poder atraer inversión de capital por parte de terceros. Por ello podremos utilizarlo para presentar nuestro proyecto a entidades bancarias, business angels u otro tipo de inversores de cara a que conozcan la rentabilidad que esperamos y puedan estimar el margen de riesgo que pueden asumir si otorgan la financiación que solicitamos.

En resumen, el plan de viabilidad es un documento necesario que nos permitirá plasmar y presentar ante terceros nuestra idea de negocio, cómo la llevaremos a cabo y qué rentabilidad esperamos obtener y ofrecer a los posibles inversores. Además, nos servirá como instrumento de control del negocio.