¿Estoicismo o agresión? ¿Reaccionarías como Will Smith ante un ataque verbal?

Por Daniel Riobóo Buezo Seguir a @danirioboo

Construir una carrera admirada y una gran reputación en el cine, la música o el deporte lleva muchos años y un enorme esfuerzo. Arruinarla parcialmente o por completo o al menos empeorar gravemente tu imagen puede llevar sólo uno segundos. Que se lo digan a Novak Djokovic cuando dio un pelotazo a una juez de pista en el Open de EEUU y fue expulsado. Que se lo digan a Zinedine Zidane cuando perdió los papeles ante la provocación de Zidane en la final del mundial 2006. Y ahora la víctima de su cruce de cables ha sido Will Smith pegándole una bofetada a Chris Rock la noche en que finalmente iba a recibir su ansiado Oscar.

Tras la ceremonia de 2017 en la que Faye Dunaway anunció por error el Oscar a la mejor película para «La La Land» en lugar de a «Moonlight», creíamos que no viviríamos otro momento tan surrealista . Hasta que la pasada noche hemos asistido abochornados a la escena de Will Smith ante la broma, de mal gusto, de Rock. Fue prácticamente una tragedia en tres actos.

Primer acto: violencia física ante un ataque verbal

Eran cerca de las 5 de la mañana cuando en el transcurso de la gala de los Oscar, que algunos seguíamos medio adormilados, algo nos despertó abruptamente. El cómico Chris Rock empezó a hacer bromas sobre los nominados a mejor actor. Empezó con Javier Bardem que encajó con una carcajada que Rock dijera que Penélope preferiría que no ganara el Oscar. Inmediatamente le tocó a Will Smith, claro favorito y a la postre ganador por su interpretación del padre de las tenistas Venus y Serena Williams en «El método Williams» a través de su mujer.

Rock hizo una broma, probablemente bastante inapropiada sobre el rapado de Jada Pinkett, la mujer de Smith a quien ha comparado con la teniente O’Neill preguntando si protagonizaría la segunda parte. La actriz había declarado en alguna ocasión que se afeita la cabeza porque sufre alopecia. Smith respondió al inicio con una media sonrisa mientras la carra de ella reflejaba su disgusto por «la broma». Si en ese momento ella le hubiera gritado que era un gilipollas probablemente hubiera sido elogiada. Pero su marido decidió «salvarla».

Mientras el cambio de plano mostraba a Rock celebrando su ocurrencia, vimos a Will Smith acercarse al escenario para golpear en la cara al cómico y bajar tranquilamente a la sala de butacas sonriendo. Rock retomó el discurso para decir que «Will Smith le había pegado una paliza» y que «tan sólo era una broma». Smith le cortó, fuera de sí y repitió dos veces a gritos: “Saca el nombre de mi mujer de tu puñetera boca”, mientras la retransmisión muteaba el segundo «fucking» y Rock decidió seguir con la presentación ante la atónita mirada de Rock del resto de invitados. Quienes lo veíamos no salíamos de nuestro asombro y corríamos a Twitter para comprobar si como parecía había sido real y no una actuación pactada entre ambos.

Segundo acto: la posibilidad de redención fallida

La agresión de Smith marcó la gala y eclipsó todo lo que ocurrió posteriormente: el homenaje a los 50 años de El Padrino y el Oscar y el emotivo discurso de Jessica Chastain pasaban a un segundo plano hasta el segundo acto del drama, la entrega del premio al mejor actor protagonista. ¿El premiado? El propio Smith que, entre sollozos, comenzó su desafortunada alocución diciendo que sus lágrimas no eran por recibir su premio. Posteriormente pedía perdón a los académicos y al resto de nominados pero no al agredido mientras terminaba diciendo que «el amor te hace cometer locuras». Creo que Will Smith perdió una ocasión única. Haber reconocido abiertamente su error. Sólo lo hizo en parte y pareció que se justificaba más que otra cosa.

Tercer acto: la pérdida de reputación y los debates suscitados

El propio Smith confesó que Denzel Washington había hablado con él durante la pausa publicitaria tras la agresión para aconsejarle que tuviera cuidado «porque en el mejor momento de tu vida es cuando el diablo viene a por ti». Y parece que el mejor actor protagonista de los Oscar le abrió la puerta para vender su alma y salió celebrar el premio toda la noche. Por su parte la Academia emitió un sucinto comunicado condenando todo tipo de violencia sin ahondar más allá.

Inmediatamente las redes sociales, las tertulias y las conversaciones de WhatsApp se han llenado de debates y preguntas: ¿Hay bromas que no se pueden permitir? ¿Un chiste puede considerarse violencia simbólica al nivel de la propia violencia física? ¿Dónde están los límites del humor? ¿Está justificada la agresión de Smith en defensa de su mujer? ¿Ese hecho arruinará su reputación? ¿Deberían haberle expulsado de la gala y retirado el Oscar por no saber controlarse? ¿No lo hicieron porque es un actor negro y la Academia podría complicar aún más la situación? Hay casi tantas preguntas como debates abiertos pero lo que sí está claro es que ese episodio de violencia ha robado el protagonismo al cine en su fiesta anual.

¿Cómo debemos reaccionar ante un ataque verbal? El ejemplo de mi madre

Supongo que cada uno tiene su opinión dependiendo de cómo afronta los conflictos y cómo concibe la violencia para poder zanjarlos. En mi caso hace muchos años que creé mi propio protocolo. Si haces bromas continuamente también tienes que saber encajarlas, algo que cuesta. Si recibes una afrenta también tienes que estar preparado. En mi caso perdí muy joven a mi madre y pronto supe que a lo largo de mi vida, la mayoría de veces por desconocimiento, podrían faltarle al respeto para insultarme o provocarme. Y poco a poco fue ocurriendo. En una discusión durante un partido de fútbol o baloncesto, por parte de cualquier busca broncas en algún pub, tras algún encontronazo por un problema de tráfico…

Mi reacción ante el insulto que más me puede doler casi siempre ha sido la estoica. Tragarme el orgullo e intentar ignorarlo. Como mucho, y si se repetía, contestar diciendo que no faltaran al respeto a mi madre porque estaba muerta. Ahí solían frenar las hostilidades y creo recordar que prácticamente nunca han llegado a más. Pienso que nunca agrediría a nadie por tratar de ofenderme verbalmente. Dos no discuten si uno no quiere y normalmente un aumento de las hostilidades o una pelea física no aportan nada ni siquiera al presunto ganador de la disputa. Intento ser partidario del estoicismo, la doctrina filosófica que practicaba el dominio de las pasiones que perturban la vida valiéndose de la virtud y la razón.

Del Príncipe de Bel-Air a tomarse demasiado en serio

Precisamente con mi madre solía ver el Príncipe de Bel-Air y nos reíamos mucho. Ese Will Smith era el Chris Rock provocador de anoche pero en su camino de la comedia al drama se ha ido tomando a sí mismo demasiado en serio y ha ido perdiendo sentido del humor a medida que iba siendo un actor más respetado.

No conozco a Will Smith ni su relación con Chris Rock pero, por mucho que pueda afectarle a tu mujer la alopecia e intentando empatizar con ella, no me parece que la ofensa fuera tan grave para ese ataque de orgullo testosterónico que ha hecho a Smith quedar en evidencia ante gran parte de los espectadores y quien sabe si arruinar su caché y su reputación. Es una estrella del cine mundial y su comportamiento, como el de otros personajes públicos como deportistas, músicos o incluso políticos, debería ser ejemplar por su repercusión pública. ¿Habéis visto alguna vez a Rafa Nadal romper una raqueta o a Pau Gasol pelearse con un rival? Yo nunca, y seguro que han sido provocados o han estado muchas veces frustrados. Son conscientes de su responsabilidad como personajes públicos y muestran ejemplaridad en su comportamiento.

A mi me ha dado pena lo ocurrido por varias razones. Por la imagen de matón que Smith ha mostrado que le hace un flaco favor no sólo a él sino al propio Hollywood y al mundo de la cultura en un momento de guerra en Ucrania cuando la violencia parece que vuelve a estar más presente que nunca. Y también porque este episodio ha eclipsado a quienes deberían haber sido los otros grandes protagonistas de la noche. El discurso de Jessica Chastain o Jane Campion y que una película, ‘Coda’ sobre el colectivo de las personas sordas, tan importante en número como frecuentemente ignorado, haya logrado por sorpresa el mayor premio, el de la mejor película y tan pocos la hayamos visto y no estemos hablando sobre ella por el Smith Gate. O que un cortometraje español, finalmente y al octavo intento, haya ganado por fin el Oscar, en este caso a mejor corto animado. Se llama «El limpiaparabrisas, está dirigido por Alberto Mielgo y es tremendamente original y audaz. Aquí lo tenéis en versión original sin subtitular y en este enlace con subtítulos en castellano, ya que está hablado en varios idiomas. Que lo disfrutéis.

El humor en tiempos de pandemia

Daniel Riobóo Buezo

Cuando llevas mes y medio confinado, tienes altibajos anímicos y puntualmente te encabronas soberanamente, el humor es más necesario que nunca. A mi a veces me sale el tiro por la culata cuando quiero desahogarme porque entro en Twitter o en Facebook buscando algo de humor y acabo leyendo publicaciones o comentarios que sólo consiguen crisparme. Pero en esos momentos he decidido buscar directamente a los humoristas. Son la mejor terapia posible.

Así, los viernes por la mañana espero salivando el nuevo sketch de Pantomima Full. Sus  sketces sobres las tipologías humanas de los españoles en 2020 nunca decepcionan. ¿Quién no tiene algún amigo así o se ha sentido reflejado en sus vídeos?

           

También hacer una visita a la web de El Mundo Today te da un ángulo surrealista e impagable de la actualidad. De hecho a veces hay noticias reales que incluso pueden parecer suyas y es que la realidad a menudo supera a la ficción.

Las revistas satíricas tampoco faltan fieles a su cita. El Jueves lleva desde 1977 riéndose de todo y descubriéndonos a algunos de los mejores escritores y dibujantes del cómic para adultos. Desde 2012 Mongolia le acompaña en la tarea y al humor y la sátira también añade reportajes de investigación. El Jueves se publica los miércoles y Mongolia tiene periodicidad mensual en los quioscos pero comparten parte de sus contenidos en sus webs y perfiles en redes sociales.

Portada El Jueves

Si hablamos de humoristas gráficos actuales, tenemos a grandes clásicos en prensa como Gallego & Rey, Idígoras & Pachi o Ricardo en El Mundo, El Roto, Peridis, Carlos Romeu y el añorado Forges en El País, Martinmorales en ABC, Mauro Entrialgo en Público, Malagón y un largo etcétera.

Chanantes

Además tenemos a los grandes cómicos de televisión y teatro que también están presentes en redes sociales e internet como Andreu Buenafuente, Berto Romero, el Rat Pack manchego de los chanantes con Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Julián López, Raúl Cimas, Pablo Chiapella y Carlos Areces. También el trío que forman David Broncano, Ignatius Farray o Quequé  en La Vida Moderna en la radio y sus programas de tele. Y cómo olvidar a los inimitables Faemino y Cansado. Además hay formatos nuevos y específicos más que recomendables como las portadas satíricas del gran Nico Ordozgoitila webserie «La cuarentena» de Humor Extrañe. Me dejo a muchos. Ver y escuchar su trabajo un rato cada día ahora me parece más necesario que nunca.

   

En el quehacer de los cómicos siempre está presente la eterna discusión sobre si se puede hacer humor sobre todo y sobre dónde están los límites. La última vez que fui al teatro antes del estado de alarma fue para ver la comedia “La gran ofensa”, escrita por Dani Amor. Trata precisamente los límites del humor para hacerte reflexionar sobre dónde están a partir de varios ejemplos. Realmente establecer una línea divisoria sobre qué puede ser objeto o no del humor parece casi tan complicado como subjetivo.

Delitos y Faltas

Según decía el personaje de Alan Alda en la memorable “Delitos y faltas”, la comedia es tragedia más tiempo. Creo que Woody Allen tenía razón. Todo lo dramático, con el tiempo, acaba por prestarse a la mirada cómica. Hay que ser muy cauto con sobre qué se bromea para no herir sensibilidades pero seguro que a a la larga terminará habiendo más humor sobre este tiempo de pandemia. Y es que hasta reirnos de nosotros mismos es terapéutico y liberador. Mientras seguimos encerrados, con miedo y algo encabronados, sigamos buscando a los humoristas, estoy seguro de que con su ayuda soportaremos el confinamiento infinitamente mejor.

 

Las mayores hazañas de los Juegos Olímpicos (I)

Por DANIEL RIOBÓO BUEZO

Si hay algo que caracteriza al ser humano es que siempre ha sido capaz de superar sus límites logrando lo que hasta ese momento parecía imposible. El deporte es una de las mejores pruebas ya que habitualmente asistimos a gestas antes solo soñadas y continuamente vemos como se siguen superando récords que parecían insuperables. Ahora que estamos en plena disputa de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro queremos recordar las grandes hazañas deportivas que más impresionaron al mundo en la mayor competición deportiva.

Paavo Nurmi, el finlandés volador, el mejor atleta de la historia olímpica

El finés Paavo Nurmi fue la primera gran figura de los Juegos Olímpicos y, hasta hoy, es el atleta con más medallas, doce y más oros, nueve y uno de los deportistas olímpicos más laureados. Participó en tres JJOO (Amberes 1920, París 24 y Ámsterdam 28) y aún hubiera podido hacerlo en Los Ángeles 1932 pero no le dejaron al acusarle de haberse hecho profesional ya que entonces el deporte olímpico era amateur. Lo más meritorio de Nurmi es que consiguió sus éxitos en distancias desde los 1500 metros hasta los 10000 por lo que está considerado como el mejor fondista y mediofondista de todos los tiempos. Además logró hazañas como vencer en el 1500 y el 5000 de los JJOO de París con media hora de diferencia y consiguiendo los dos récords del mundo en un día tan caluroso que, desde entonces, se suspendieron para siempre las pruebas de campo a través. El COI le exoneró de toda culpa en la controversia sobre su profesionalismo y fue honrado para encender el pebetero olímpico en Helsinki 52. Nurmi es considerado un héroe en Finlandia y, tras su muerte en 1973, fue homenajeado con un funeral de estado.

Jesse Owens, el atleta negro que avergonzó al nazismo en Berlín 36

Jesse Owens fue el décimo hijo de una familia que tuvo que emigrar del sur de EEUU hacia Cleveland huyendo de la segregación racial. Tras recoger algodón y ejercer otras ocupaciones precarias, empezó a destacar pronto como atleta y su gran momento llegó en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1936. Con 23 años Owens consiguió una hazaña hasta entonces inaudita en el atletismo logrando cuatro oros olímpicos (100, 200, 4×100 y salto de longitud) haciendo crecer aún más su leyenda al conseguirlos en la Alemania nazi y con los jueces perjudicándole claramente en la prueba de salto. Tras la entrega de medallas supuestamente Hitler le negó el saludo como campeón olímpico, si bien el propio Owens negó posteriormente este hecho afirmando hacer recibido su felicitación.

Jesse Owens simbolizó la lucha contra la segregación racial en la Alemania nazi.
Jesse Owens simbolizó la lucha contra la segregación racial en los JJOO de Berlín.

En cambio, la mayor humillación la sufrió Owens poco después, al ser expulsado del equipo olímpico por el COI sin razón aparente mientras a su vuelta a EEUU no fue recibido por el presidente Roosevelt, inmerso en campaña electoral y temiendo el efecto que el acto podría provocar en el electorado segregacionista. Además, pese a ser un héroe nacional y representar como pocos el sueño americano, el atleta debía quedarse en su país en los hoteles segregados como los demás afroamericanos y tan sólo recibió la medalla presidencial de la libertad pocos años antes de su muerte. Recientemente la vida de Owens ha sido llevada al cine en la película «El héroe de Berlín».

 Emil Zátopek, la locomotora humana que dominó el fondo en Helsinki 1952

El atleta checoslovaco Emil Zátopek es una de las grandes figuras de la historia olímpica. Tras trabajar en una fábrica de calzado, su ingreso en el ejército le permitió empezar a practicar el atletismo y, unos años después, acudió a los JJOO de Londres 1948 para imponerse en los 10.000 metros y ser subcampeón en los 5.000. Convertido en héroe nacional e icono del régimen comunista checo, la «locomotora humana» consiguió cuatro años después en Finlandia una hazaña jamás igualada en el fondo mundial. En tan solo una semana consiguió el oro en 5.000 y 10.000 metros y venció en la maratón. Retirado y con el rango de coronel, Zátopek apoyó la Primavera de Praga, un hecho que provocó que fuera expulsado del ejército y del Partido Comunista, obligándole incluso a trabajar como barrendero para subsistir. Unos años después se retractó y el régimen comunista rehabilitó su figura.

Larisa Latýnina, la deportista más laureada en la historia olímpica

La gimnasta ucraniana Larisa Latynina es la mujer más laureada de la historia olímpica con dieciocho medallas en gimnasia artística, nueve de oro, cinco de plata y cuatro de bronce y hasta los JJOO de Londres 2012 fue la mayor medallista olímpica de la historia, cuando fue superada por el nadador estadounidense Michael Phelps. Latynina participó en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, Roma 1960 y Tokio 1964.

Larysa Latinina sigue siendo la mujer con más medallas en la historia de los JJOO.
Larysa Latinina sigue siendo la mujer con más medallas en la historia de los JJOO.

Abebe Bikila, primer africano medallista y campeón descalzo del maratón de Roma 1960.

Hoy en día nos hemos habituado al dominio de los atletas africanos en las pruebas de fondo y en el maratón. Pero no siempre fue así. El etíope Abebe Bikila fue quién comenzó a cambiar la historia deportiva del continente olvidado al ser el primer deportista africano en conseguir una medalla olímpica. Con tan pocos medios para competir que lo hacía descalzo, su victoria en el maratón de Roma significó la superación absoluta, la prueba de que cualquier deportista, por pobre que fuera su país, podía alcanzar la gloria olímpica, estableciendo además un nuevo récord mundial de la prueba. Además, su éxito llegó en el país que había invadido, bajo la mano de hierro de Mussolini, Etiopía 24 años antes, por lo que tuvo sabor reivindicativo.

En los siguientes Juegos, en Tokio 64, Bikila compitió en la prueba tan sólo mes y medio después de haber sido operado de apendicitis. Pero eso no le impidió volver a conseguir el oro superando de nuevo, esta vez con zapatillas, su propio récord mundial por más de tres minutos y dejándolo en 2:12:11. Tras Tokio, Bikila no tuvo suerte en la vida ya que en México 68 tuvo que retirarse por problemas con la altitud y, un año después, tuvo un accidente de coche en Etiopía que le produjo una paraplejia que le hizo morir prematuramente con tan sólo 41 años. Hoy en día, el estadio nacional de Etiopía lleva su nombre para honrarle.

El récord del mundo más increíble de los JJOO, los 8,90 de Bob Beamon en México 1968

Bob Beamon era un joven y prometedor saltador de longitud estadounidense que acudía a México 68 con una mejor marca de 8.33 metros. Pero a pesar de ser uno de los aspirantes al oro, nada hacía presagiar lo que conseguiría en la final de la prueba ya que había sufrido para clasificarse para la misma y porque se enfrentaba a los dos anteriores campeones olímpicos, su compatriota Ralph Boston y el británico Lynn Davies. Aquel 18 de octubre, a 2250 metros de altura en Ciudad de México, Beamon consiguió un primer salto que dejó a todos atónitos, a él mismo el primero ya que no se dio cuenta hasta pasados unos cuantos segundos de lo que había hecho. La medición indicaba 8,90 metros, una marca que pulverizaba el récord anterior superándolo en 55 centímetros, un mundo. Los jueces tuvieron que comprobar manualmente la medición ya que el aparato utilizado no llegaba hasta la última marca que Beamon dejó en el foso de arena. El salto adelante en la prueba fue tal que su récord tardó 22 años en ser superado, concretamente hasta el mundial de Tokio en 1991 cuando fue superado por el también estadounidense Mike Powel con 8,95 si bien la marca de Beamon aún sigue siendo el récord olímpico. Y lo que es más curioso es que tras ese día, Beamon, que tan sólo tenía 22 años, no volvió a saltar nunca más de 8,22.

Los siete oros de Mark Spitz en Múnich 1972

Si bien su gesta ha sido hoy superada por el también estadounidense Michael Phelps, los siete oros del bigotudo Mark Spitz en los Juegos de 1972 supusieron en su momento la mayor hazaña olímpica individual. Spitz ya había avisado en los Juegos anteriores en México de lo que era capaz al logar dos oros, una plata y un bronce pero en Múnich asombró al mundo con un dominio absoluto de las siete pruebas en las que participó. Además Spitz consiguió el récord mundial en todas distancias que nadó (100 y 200 libre, 100 y 200 mariposa , relevos 4×100 y 4×200 libre y 4×100 medley). Tras su hazaña, el nadador californiano se retiró de la competición con tan sólo 22 años si bien cerca de los cuarenta intentó retornar a las piscinas con más pena que gloria.

El gran mito del boxeo olímpico, el tricampeón cubano Teófilo Stevenson

En Río 2016 por primera vez compiten boxeadores profesionales en los JJOO por lo que, para algunos, es una disciplina con menos «valor» que deportes en los que compiten los mejores deportistas de su especialidad mientras para otros hasta ahora mantenía el espíritu amateur que hasta hace no tanto caracterizaba a la cita olímpica. Aún así, el prodigio cubano Teófilo Stevenson está presente en la historia del olimpismo con sus tres oros consecutivos en los pesos pesados en Múnich 72, Montreal 76 y Moscú 80. Lo curioso de Stevenson es que rechazó numerosos contratos millonarios como profesional ya que tan sólo quería representar a su país, por lo que en la isla caribeña es un auténtico ídolo nacional.

Continuará…