El Maccabi frustra el sueño de ‘La Novena’

Por Daniel Riobóo Buezo Seguir a @danirioboo

Un año más, la Euroliga ha tenido al campeón más sorprendente, al equipo que parecía la cenicienta de los cuatro aspirantes en Milán. Y un año más, la víctima ha sido el Real Madrid. Si en Londres el Olympiacos sorprendió con una lección de garra, de nuevo la fe ha sostenido a un Maccabi de Tel Aviv que, sabiéndose inferior a los blancos y habiendo perdido con ellos los últimos cinco partidos en Europa, ha dado una lección de coraje para sumar su sexta corona europea. Un nuevo éxito para un equipo histórico que sin grandes figuras es puro corazón y que se ha visto apoyado en Italia por una marea amarilla como no se recuerda en las finales a cuatro. Y es que el baloncesto en Tel Aviv es casi una religión, un asunto de estado, tanto que hasta el primer ministro israelí estaba en el palco.

Los jugadores del conjunto israelí celebran su título. Foto | Euroligue.

No puede haber un final más doloroso para el Real Madrid, tras una temporada hasta ayer soberbia, que caer en una prórroga por los propios errores, por un bloqueo mental desde el banquillo hasta en las principales figuras. En el debe de Pablo Laso, haber dejado a Felipe Reyes prácticamente inédito tras dos acertados cuartos y no haber tenido en los minutos clave a Sergio Rodríguez en pista. El canario era el único jugador con claridad de ideas, pero sus cuatro faltas hicieron a Laso reservarlo más de lo debido -tanto al final del partido como en la prórroga-. Y más teniendo en cuenta que Sergio Llull estuvo toda la noche desaparecido en ataque, tanto que no llegó a estrenarse. Mientras, tanto Rudy Fernández como Nikola Mirotic volvieron a fallar en una cita clave. El mallorquín desapareció tras los dos primeros cuartos (y con el dedo anular de la mano derecha roto) y el montenegrino apareció con cuentagotas y precipitándose en los momentos decisivos.

Además, las finales normalmente se ganan desde la defensa. Y ahí el Maccabi fue muy superior, asfixiando la circulación de balón del Madrid en una labor de sacrificio y ayudas con un autor: David Blatt, el mismo que en el Eurobasket 2007 dirigió a Rusia para sorprender en aquella final a la España campeona del mundo. El entrenador israelí volvió a dar ayer una lección de cómo se prepara una final, sembrando de trampas un partido trabado en el que los blancos nunca pudieron correr ni imponer su ritmo. Además, el deseo estuvo siempre de la parte hebrea, con un rebote ofensivo que les permitió tener segundas oportunidades constantemente. De nuevo la ausencia en los minutos calientes de Felipe Reyes se notó en exceso.

Como el año pasado y tras un partido muy igualado, el Madrid notó una vez más el peso del favoritismo y la falta de claridad en los minutos de la verdad, aquellos donde la vista se nubla y donde mientras las estrellas madridistas desaparecían, jugadores como David Blumenthal y especialmente Tyrese Rice (MVP de la Final Four) marcaron diferencias. El Madrid se sostuvo por los tiros libres -prácticamente incapaz de anotar en jugada- para lograr forzar la prórroga tras remontar cuatro puntos en el último minuto y colocar el empate a 73. Pero lejos de aprovechar esta circunstancia anímica, los blancos sufrieron un bloqueo impensable en ataque mientas las piernas fallaban en defensa, permitiendo continuamente las penetraciones de Rice y Smith. Basta un dato: el Maccabi anotó 25 puntos en los cinco minutos de tiempo añadido para colocar un 98-86 final en un Mediolanum Forum donde las 10.000 gargantas hebreas probablemente anotaron más de una canasta.

La Novena Copa de Europa blanca tendrá así que esperar al menos hasta el año que viene. Madrid será entonces la sede de la Final Four y allí el equipo de Laso tendrá de nuevo una oportunidad para remediar la urgencia histórica que cumplirá ya 20 años. También será una nueva ocasión para el Barça, que finalmente fue tercero tras derrotar claramente al CSKA en un partido que, no habiendo medallas en juego, tiene muy poco sentido.

Artículo original publicado en Olympo deportivo.

La aristocracia del baloncesto europeo busca rey en Milán

Por Daniel Riobóo Buezo Seguir a @danirioboo

Milán reúne en la Final Four de la Euroliga a la aristocracia del baloncesto europeo. Los cuatro aspirantes al trono suman 21 de los 57 títulos disputados, aunque alguno no conoce lo que es coronarse desde hace demasiado tiempo. Especialmente, el Real Madrid, aún rey de Europa con ocho copas pero sin saborear el triunfo desde la lejana edición de Zaragoza en 1995, cuando Sabonis y Arlauckas aún marcaban diferencias.

Navarro vs Rudy
Navarro y Rudy serán los líderes de Barça y Madrid. Foto | EFE.

Al igual que el año pasado en Londres, el equipo de Pablo Laso tendrá como rival en semifinales al FC Barcelona de Xavi Pascual. Entonces, los blancos fueron ligeramente superiores gracias a la aportación decisiva de Felipe Reyes y Sergio Rodríguez en el último cuarto, pero en esta ocasión las sensaciones son diferentes ante la cita de Milán. El equipo azulgrana viene de menos a más tras un inicio de temporada catastrófico, mientras que el Real Madrid ha bajado sus prestaciones tras un comienzo donde superó todos los récords de imbatibilidad del baloncesto español. Además llega más apurado en su rotación, con Dontaye Draper aún duda, Carrol recién recuperado y Felipe Reyes entre algodones. En las filas catalanas tan sólo Navarro presenta dudas después de su enésimo problema muscular, y jugadores como Papanikoloau y Abrines llegan en su mejor momento a la cita clave de la temporada.

En la retina de los buenos aficionados hay otro antecedente en la lucha por el título continental, en otra semifinal, la de París en 1996. Allí el Barça de Aíto García Reneses derrotó claramente al Madrid de Obradovic (vigente campeón entonces) con una gran actuación ofensiva del lituano Karnisovas. Posteriormente el Barça perdería la final ante el Panathinaikos en un desenlace difícil de olvidar tras el polémico tapón tras de Vrankovic a José Antonio Montero cuando se disponía a anotar la canasta decisiva.

Años después llegarían los dos títulos blaugranas en las Euroligas de 2003 y 2010, por lo que el equipo de Xavi Pascual llega con menos urgencias históricas a Milán que el Real Madrid, semifinalista en 2011 y finalista el año pasado ante un Olympiakos que llegó de cenicienta a Londres y terminó repitiendo título de forma incontestable.

El de Milán será el quinto enfrentamiento directo esta temporada. En el haber de los blancos, la Supercopa y la victoria en Madrid en la liga ACB y, especialmente, la victoria en la final de la Copa del rey con la canasta in extremis de Sergio Llull. Para los blaugranas, tan sólo un triunfo; el del pasado sábado en Barcelona -en un duelo sin nada en juego en el que fueron claramente superiores-. El Barça planteará el partido desde la defensa para frenar el ritmo madridista pero también necesita que Navarro rinda a su mejor nivel. Mientras, en el Real Madrid, Rudy Fernández debe por fin liderar en una gran cita europea a un equipo que hasta ahora ha sido el mejor de la temporada y en el que también se espera una gran actuación de Mirotic antes de su casi segura marcha a la NBA.

La cita será a las nueve de la noche en el Mediolanum Forum de Milán. Antes, a las seis, el poderoso CSKA de Moscú de Ettore Messina parte como favorito ante el Maccabi de Tel Aviv en otro clásico del baloncesto europeo y que rememora las dos últimas finales ganadas por los rusos, en 2006 y 2008. Si bien la plantilla mejor pagada de Europa es la favorita, en el banquillo israelí está David Blatt, seleccionador ruso durante seis años y por tanto gran conocedor del CSKA, seguro que Blatt tiene un plan para frenar a los Teodosic, Weems o Krstic, por lo que el favoritismo de los rusos no es garantía de éxito asegurado. Y es que, según han demostrado los antecedentes, los pronósticos normalmente sirven para poco cuando llega la Final Four.

Artículo original publicado en Olympo deportivo