Daniel Riobóo Buezo Seguir a @danirioboo
Lo vimos en un capítulo de la recomendabilísima serie Chernobyl cuando, tras el abandono repentino de los seres humanos por la explosión del reactor nuclear, los únicos que quedaron en Pripyat fueron los animales, domésticos y más tarde salvajes. En menor medida lo empezamos a ver ahora también en nuestras propias calles. Mientras los perros hacen horas extra y todos en las familias se rifan pasearlos, la fauna salvaje empieza tímidamente a recolonizar las ciudades ante el confinamiento por el coronavirus. Un artículo en La Vanguardia de Antonio Cerrillo, premio nacional de medio ambiente, explica muy bien hoy cómo los animales están recuperando su protagonismo perdido en las urbes.
Seguro que habéis visto alguna imagen en los informativos o en las redes sociales. Hay pavos reales desplegando su plumaje en plena calle en busca de comida, mucha mayor presencia de todo tipo de aves y por las noches los jabalíes y los zorros visitan los centros urbanos aprovechando el menor ruido y la ausencia de seres humanos y coches. Y eso sólo en España. En otras latitudes mapaches, monos o leopardos están adentrándose en espacios vedados para ellos hasta hace muy poco. No hay que asustarse pero sí puede hacernos reflexionar. ¿Eran las ciudades solo nuestras y de nuestros animales domésticos o eran también de otros animales y les habíamos expulsado?
[Algunos pavos reales en Madrid están abandonando sus recintos en busca de comida]