Nelson Mandela y la reconciliación a través del deporte

Nelson Mandela ha sido una de las personalidades inolvidables del siglo XX y uno de esos escasos políticos sobre los que prácticamente existe una admiración global. Ahora que en Brasil y Turquía hay protestas ante el despilfarro económico para organizar eventos deportivos es conveniente recordar que acoger un gran acontecimiento puede servir para mejorar una sociedad y un país e incluso asentar una democracia. Mandela y Sudáfrica son el mejor ejemplo, no por el mundial de fútbol de 2010 sino por lo que supuso la organización de la Copa del Mundo de rugby de 1995 (el tercer evento deportivo a nivel mundial tras los Juegos Olímpicos y el mundial de fútbol). Y es que Nelson Mandela utilizó el deporte para conseguir sus fines políticos, algo totalmente lícito e innovador en aquel momento.

El deporte es una suerte de guerra moderna en el que las naciones pelean entre sí y en donde el orgullo nacional y el patriotismo están en juego pero rara vez hay víctimas de por medio, sin duda una forma infinítamente más pacífica y civilizada de lucha entre países. Nelson Mandela utilizó el deporte del pueblo que le oprimió para ganar su particular guerra, una batalla pacífica en la que, lejos de oprimir al antiguo enemigo blanco, le tendió la mano para construir juntos una nueva nación y dar ejemplo al mundo. Sudáfrica está hoy todavía lejos de lograr una igualdad total entre blancos, negros e indios más allá de la que garantiza la constitución pero ya ha andado gran parte del camino. Pero sin el sacrificio, la paciencia y la dedicación de Mandela probablemente nunca lo hubiera podido conseguir. Y su labor ha sido un ejemplo para el resto del mundo. Son numerosos quienes han seguido su ejemplo mientras es realmente difícil encontrar a alguien que pueda hablar mal de él.

Mandela es una de las grandes personalidades del siglo XX.
Mandela es una de las grandes personalidades del siglo XX.

Mandela, un mito para la liberación africana

La historia personal de Nelson Mandela es una mezcla de resistencia, paciencia y pragmatismo sin olvidar sus ideales. Militante activo en la lucha contra el apartheid, fue encarcelado por su participación en actos de resistencia armada al ser considerado por el régimen del apartheid como un terrorista. Durante sus 27 años de cautiverio en la prisión de Robben Island, en frente de Ciudad del Cabo, Mandela no dejó de participar en la causa de la liberación negra convirtiéndose en la figura más conocida en la lucha contra el racismo.

El progresivo aislamiento internacional de los gobiernos afrikaner propició su liberación en 1990 y la consiguiente transición del país hacia una democracia que celebró sus primeras elecciones libres en 1994 eligiendo a Mandela como primer presidente democrático. Un año antes le había sido otorgado el premio nobel de la paz junto a Frederik De Klerk, el último presidente del antiguo régimen y con quién Mandela puso en marcha la política de reconciliación nacional ganándose poco a poco a todos los estamentos del poder blanco. Mandela, conocido familiarmente como Madiba, el apelativo de los sabios de su tribu, prefirió elegir el perdón antes que la venganza y trabajó por la integración entre negros y blancos y por la pacificación del país antes que dejarse llevar por el revanchismo para sorpresa de los antiguos opresores.

Nelson Mandela y Peter De Klerk recibieron conjuntamente el premio Nobel de la Paz en 1993.
Nelson Mandela y Frederik De Klerk recibieron el Nobel de la Paz en 1993. Desmond Tutú lo había recibido en 1984.

Durante sus veintisiete años de prisión en Roben Island Mandela fue consiguiendo poco a poco tener más pequeños privilegios frente al resto de presos gracias a su encanto personal. Una de las primeras cosas que pidió fue una radio, después prensa y finalmente una pequeña televisión. A través de ellos se informaba de lo que ocurría en Sudáfrica y en el resto del mundo. Pero también aprendía afrikaans, el idioma de los boers, los descendientes de los holandeses que habían oprimido durante más de cuarenta años a la población nativa del país a través del «apartheid» (separación). Madiba también empezó a aprender cómo funcionaba el rugby, el idioma de los blancos. En un principio no le interesaba demasiado. Luego se fue familiarizando hasta casi hacerse un experto. Sería un tema de conversación que le permitiría ganarse a sus captores en un primer momento y a las más altas instancias gubernamentales después. El colofón a su aprendizaje llegó bajo su presidencia con la organización del mundial de 1995.

En esta celda pasó Mandela gran parte de sus 27 años de cautiverio.
En esta minúscula celda de la prisión de Robben Island pasó Mandela 18 de sus 27 años de cautiverio.

Una vez liberado, Mandela fue utilizando sus armas de seducción y su apuesta por el consenso para lograr unificar el voto negro y conseguir así que un moderado Congreso Nacional Africano consiguiera dos tercios de los votos en las elecciones de 1994. Así se convertiría en presidente de un gobierno de coalición que incluiría al saliente De Klerk como vicepresidente tras lograr su partido el 20% de los votos y dejando en anecdóticos los resultados de los partidos más radicales (los antiblancos y la extrema derecha racista afrikaner). Las primeras piedras de una nueva Sudáfrica estaban puestas e incluyeron gestos simbólicos como mantener en sus cargos públicos a la mayoría de representantes de los gobiernos blancos anteriores, para sorpresa de ellos mismos. Además un tercio del nuevo parlamento pasó a estar compuesto por mujeres. La principal preocupación de Mandela era, por encima de otorgar derechos básicos a la población negra, sentar las bases de una nueva democracia en un país dividido histórica, cultural y racialmente y, como hizo Garibaldi en Italia, «hacer sudafricanos». Y para ello utilizaría curiosamente el deporte, algo de lo que quedó convencido tras asistir a los Juegos Olímpicos de Barcelona y comprobar su capacidad para emocionar y unir a las personas.

El rugby, el deporte más noble convertido en instrumento político

Existe una frase que afirma que “el fútbol es un deporte de caballeros jugado por cerdos mientras que el rugby es un deporte de cerdos jugado por caballeros”. Pues bien, el rugby fue una herramienta decisiva que Nelson Mandela utilizó para lograr la reconciliación nacional tras más de cuarenta años de segregación racial legal en Sudáfrica. Siempre fue el deporte de los blancos (y de los ricos) mientras que el fútbol era el deporte de los negros (y de los pobres), ambos simbolos de un país claramente dividido. El deporte del balón ovalado estaba tan ligado al apartheid que los «Springboks» habían estado sancionados sin poder participar en las dos primeras ediciones de la Copa del Mundo. Mandela tuvo entonces la visión de aprovechar este deporte primero para conseguir la simpatía de los afrikaners al pedir que terminara la sanción para competir internacionalmente y después, para utilizarlo con fines políticos. Así la primera participación y la organización del torneo por Sudáfrica en 1995 podría servir para fomentar el perdón y unir a todo un país bajo el lema de “un deporte, un país”.

El torneo, de la duda al convencimiento

A lo largo de sus cinco años de mandato (de 1994 a 1999) para Mandela la Copa del mundo de rugby de 1995 fue el principal imperativo estratégico ya que comprendió que podía usar el deporte para la construcción nacional y para promover las ideas que condujeran a la paz y la estabilidad. Pero no fue un cálculo puramente frío sino que tanto Mandela, en un primer momento, como la mayoría de la población negra se dejaron arrastrar por el fervor para convertirse en aficionados patriotas de un deporte que hasta poco antes tenía un significado claramente ligado al apartheid y la discriminación. Y para lograrlo, Mandela tuvo que ganar también muchas batallas internas ya que, si el apartheid tenía tres símbolos, estos eran la bandera, el himno y los Springboks. La bandera se cambió, se aceptaron dos himnos oficiales, pero los Springboks no conseguían atraer a una población negra que siempre lo ligó a la dominación y la represión blanca.

El mismo recorrido de los Springboks en el torneo simboliza lo que significó. Antes del primer partido contra el campeón del mundo, Australia, Mandela visitó a los jugadores para ganárselos para su causa y despejar dudas. Incluso los propios jugadores aprendieron a cantar el himno de la población negra, el Nkosi Sikelele, en idioma xhosa, un cántico que, unido junto al tradicional Die Stem que glosaba las hazañas de los bóers, supondría querer unir ambas historias y culturas con un fin común.

A lo largo del torneo se presentaron más dificultades, deportivas y sociales, aunque el esfuerzo de los jugadores también contribuyó al éxito final en todos los sentidos. El gobierno utilizó la imagen de Chester Williams, el único jugador no blanco del equipo (aunque mestizo y hablante de afrikaans) para mostrar al país y al mundo la nueva Sudáfrica. También James Small, blanco pero británico, tuvo que superar su marginación inicial para arrimar el hombro junto a los afrikaners y acercar el rugby a todas las razas y las clases sociales. Y, por encima de todos, François Pienaar, el capitán del equipo, alguien al que en un deporte como el rugby se le guarda un respeto reverencial. A Pienaar y al mánager del equipo, Morné du Plessis, les encargó Mandela una misión más allá del deseable título en juego: que la población negra fuera capaz de empatizar y animar a un equipo plagado de blancos y que los jugadores blancos sintieran que representaban a un país con una mayoría de población negra.

François Pienaar recibió la Copa del mundo de manos de mandela y en presencia del vicepresidente De Klerk.
François Pienaar recibió la Copa del mundo de manos de mandela y en presencia del vicepresidente De Klerk.

Y con un fin tan noble el destino y la suerte decidieron también aliarse con los Springboks al superar a Francia en una semifinal que pudo dejarles sin opciones de jugar la final y que se decantó por un golpe de fortuna. Y de nuevo lo mismo ocurrió en la gran final cuando Sudáfrica consiguió doblegar a los casi invencibles All Blacks de Jonah Lomu tras una prórroga. Entonces todo el país estalló en un júbilo y una comunión nunca vista antes para celebrar el título y, todavía sin llegarlo a interiorizar del todo, la reconciliación. Y es que Sudáfrica había jugado con ventaja con Nueva Zelanda. Como sus propios jugadores manifestaron después, tras oir a todo el estadio aclamar a Mandela, era hasta descortés ganar a Sudáfrica que, aquel 24 de junio de 1995 contó con un jugador más, el número dieciséis, que no anotó ningún punto pero les convenció de su deber y consiguió motivarles para, no solo ganar un título de rugby, sino sobre todo hacerlo para unificar a un país.

Los Springboks consiguieron la Copa del mundo de rugby y la unión del país.
Los Springboks consiguieron la Copa del mundo de rugby y la unión del país.

Mandela en la literatura y el cine

Existe numerosa literatura y filmografía sobre Mandela pero de acuerdo al propósito de este reportaje destacamos dos libros y dos películas. Por un lado «Conversaciones conmigo mismo», el libro en el que se muestran sus reflexiones personales, los borradores de cartas a jefes de Estado y sus diarios durante su estancia en prisión. Un cautiverio que también se refleja en «Adios Bafana» la película dirigida por Billie August basada en la relación de Mandela con uno de sus carceleros, James Gregory, que en un principio considera a Mandela y sus compañeros del CNA como terroristas sin piedad para poco a poco, a medida que logra conocerle, terminar entablando una relación de amistad profunda y sincera, cuestionando su propio apoyo al apartheid.

Las otras dos obras están directamente relacionadas con la utilización del rugby por Mandela para conseguir reconciliar a las dos Sudáfricas. Por un lado, «El factor humano», el libro de John Carlin sobre Mandela y su utilización del rugby como instrumento político e «Invictus», la película de Clint Eastwood que adapta este pasaje concreto del libro. John Carlin, periodista y escritor británico, ejerció como corresponsal en Sudáfrica de 1989 a 1995 y pudo vivir los hechos fundamentales en su historia reciente: el fin del apartheid, la salida de la cárcel de Nelson Mandela, su elección como el primer presidente negro de la historia del país o la consecución del primer mundial de rugby para Sudáfrica, tema central del filme. Su conocimiento de Nelson Mandela y del hecho concreto de su utilización del rugby como herramienta política de reconciliación inspiró su libro, magníficamente llevado al cine.

Un ejemplo de cómo ejercer el poder para cambiar a un país

Hoy en día la mayoría de políticos buscan el poder como fin, no como medio. Tampoco suelen barajar la inclusión, una vez que gobiernan suelen pasar factura a los partidos e ideologías rivales y rara vez buscan el consenso. Mandela hizo lo contrario al tomar el poder. Lejos de moverse por el extendido sentimiento de revancha decidió algo más inteligente y audaz, apostar por la reconciliación. La población blanca de Sudáfrica fue la primera sorprendida. Desde entonces, el país ha evolucionado paso a paso reduciendo las desigualdades y consiguiendo día a día una mayor tolerancia. Pero cualquiera que haya estado en Sudáfrica se da cuenta rápidamente de que hay mucho por hacer porque los sucesores de Mandela en la presidencia no han estado a su altura. Las diferentes razas no se mezclan tanto como deberían aunque sí mucho más que antes y todavía hay diferencias económicas evidentes entre ellas. Por ejemplo, rara vez te atiende un blanco en un restaurante o una gasolinera y tampoco es tan común encontrar a un jefe de raza negra; todo cambio de esa magnitud lleva su tiempo y Sudáfrica no es una excepción. Pero cuando se visita el museo del apartheid en Johannesburgo también puedes darte cuenta de que ya no se producen las atrocidades y las injusticias que allí se pueden revivir. Cuando se sale del mismo y te da el sol que casi siempre domina la ciudad, te sientes inmediatamente aliviado. Gracias a Mandela Sudáfrica es hoy un lugar más justo e infinitamente mejor para vivir que hace veinte años. Y ese es el mejor legado que ha podido dejar.

Las canastas sobre la bocina que cambiaron la historia del baloncesto

El baloncesto es un deporte de equipo y que se juega a lo largo de cuarenta minutos, incluso de cuarenta y ocho en el caso de la NBA. Pero en ocasiones, un jugador y un sólo instante pueden decidir el rumbo de un partido, de una final, de un campeonato. Es lo que se llama una canasta sobre la bocina (buzzer beater en inglés), aquella que cambia abruptamente el destino y que transforma al ganador en perdedor y al aparentemente derrotado en sorprendente campeón. Sufrirlas, como jugador o aficionado, es un martirio; anotarlas o poder celebrarlas, una bendición. Recordamos algunas de las canastas decisivas que más impacto han causado en la historia del baloncesto.

  • La canasta de la guerra fría: La URSS derrota por primera vez a Estados Unidos.

Juegos Olímpicos de Münich 1972. Tras el secuestro con resultado fatídico de los atletas israelíes a manos de «Septiembre negro», las Olimpiadas intentaron recobrar su normalidad para afrontar uno de sus grandes momentos. Estados Unidos, invicta en el torneo de baloncesto a lo largo de todos los Juegos Olímpicos (desde Berlín 1936) se enfrentaba en la final a la potente URSS de Alexander Belov. La igualdad era máxima y EEUU lideraba el marcador por un punto. Quedaban tres segundos para el final y los soviéticos los consumieron sin poder siquiera sacar de banda. Pero los árbitros ordenaron repetir la jugada porque la URSS había pedido tiempo muerto. Los tres segundos volaron de nuevo sin éxito para la URSS pero los colegiados ordenaron volver a repetir el saque por un error de la mesa de anotadores. Esta vez, los tres segundos permitieron que el balón llegara a Belov, que fintó a dos rivales y anotó sobre la bocina el 51-50 para la URSS. La delegación estadounidense apelo y cinco miembros del Comité Olímpico votaron: los votos de Italia y Puerto Rico fueron a favor de EEUU y los de Bulgaria, Cuba y Rumanía para la URSS. Estados Unidos nunca reconoció la derrota y cuarenta años después las medallas todavía siguen en una caja fuerte de un banco de Zúrich.

  • Los playoffs de la NBA: De Jerry West a Michael Jordan.

La NBA nos tiene acostumbrados a canastas decisivas en el último segundo pero, no nos engañemos, en la temporada regular no tienen tanta importancia como cuando llegan los playoffs y el título está en juego. Es entonces cuando las defensas se endurecen y se juega al límite, también cuando muy de vez en cuando se producen las canastas imposibles que dan un vuelco al marcador y provocan arritmias en los corazones de los aficionados. Las eliminatorias por el anillo tienen unos cuantos buzzer beater históricos y es difícil quedarse con uno, sería demasiado injusto para el resto. Así que nos quedamos con esta selección de instantes orgásmicos con protagonistas icónicos del baloncesto norteamericano como Jerry West, John Stockton, Dennis Johnson, Ralph Sampson, Magic Johnson…Y, por supuesto, Michael Jordan, autor de varias canasta míticas sobre la bocina, especialmente la que le dio el sexto anillo a Chicago frente a Utah en 1998.

  • La Copa del Rey de 1987: Solozábal y el primer triple histórico del baloncesto español.

El triple no ha existido desde siempre en el baloncesto europeo, tan sólo desde 1984 aunque ya anteriormente la NBA lo había adoptado en 1979 y todavía antes su predecesora, la American Basketball Association (ABA). El primer gran triple sobre la bocina en la historia del baloncesto español tiene un lugar y una fecha: el 22 de diciembre de 1987 en Valladolid. La capital castellana acogía la final de la Copa del Rey entre los dos clásicos del baloncesto español, el FC Barcelona y el Real Madrid. El equipo azulgrana había llegado a la final tras eliminar al Fórum de Valladolid mientras el Madrid lo hacía tras sufrir en semifinales contra el Joventut. La final fue un toma y daca constante pero el destino tenía reservado para Ignacio Solozábal un papel estelar. Su triple en el último segundo dejó al Madrid compuesto y sin Copa mientras que para el Barcelona supuso el mejor regalo navideño posible en aquel frío diciembre.

  • La Copa de Europa de 1992: El triple de Djordjevic y el inicio del reinado de Obradovic en la Euroliga.

En la temporada 1991-92 el Joventut de Badalona vivía su mejor momento histórico de la mano de Jordi Villacampa y los hermanos Jofresa y con Lolo Sáinz en el banquillo. Vigente campeón de liga en aquel momento, al equipo verdinegro le faltaba poner la guinda a su palmarés siendo campeón de Europa. Se plantó en la final a cuatro de Estambul como gran favorito y, tras eliminar al Estudiantes en la semifinal, le esperaba en la final el Partizan de Belgrado que, debido a la guerra en la ex Yugoslavia, había disputado sus partidos europeos en su exilio de Fuenlabrada. A priori el sorprendente Partizan no debía ser un gran obstáculo para el Joventut. Pero en un partido dramático, el joven equipo dirigido por Zeljko Obradovic llevó el partido al límite con unos estelares Predrag Danilovic y Aleksandar Djordjevic, al que en Badalona aún recuerdan por robarles su sueño en el último segundo. Ese año, el Joventut consiguió consolarse con su segunda liga ACB consecutiva y, dos años después, con su verdugo Obradovic como entrenador, conseguiría su primera y única Euroliga. Para el entrenador serbio la de Estambul fue la primera de sus ocho como entrenador y probablemente la más inolvidable.

  • El final de liga ACB más apretado: El triple de Herreros en Vitoria, la retirada más dulce.

La temporada 2004-2005 deparó una final muy competida entre el Real Madrid y el Tau Baskonia. El Madrid perdía la serie dos uno y logró dar vida a la final venciendo en el cuarto partido en casa. Aún así acudió a Vitoria con una misión en la que pocos tenían fe, conseguir el título en un casi inexpugnable pabellón que el equipo liderado por José Manuel Calderón y Luis Scola quería hacer valer para llevarse su  segunda liga ACB. Tras un partido de alternancias en el marcador, el mejor hombre de aquel Madrid, Louis Bullock, comete su 5ª falta personal y queda eliminado a menos de tres minutos del final. En su lugar entra Alberto Herreros por primera vez en el partido mientras El TAU seguía ampliando su ventaja ante un Madrid desquiciado con el propio Herreros cometiendo falta antideportiva y un 69-61 en el marcador a falta de 50 segundos. El equipo vitoriano tenía la liga en el bolsillo pero entonces se produjo el final más increíble de la historia de la ACB en el que Herreros, gracias a su muñeca infalible, pudo retirarse por todo lo alto con su segunda liga a los 36 años.

 

‘Método Fermín Cacho’, los secretos del mejor atleta español

Ocho de agosto de 1992. Veinte minutos después de las ocho de la tarde el Estadio Olímpico de Barcelona es una caldera en ebullición tras la espectacular victoria de Fermín Cacho en una de las pruebas reinas del atletismo, los 1500 metros. El atleta soriano confirmaba lo que venía apuntando desde tres años antes y, a nivel particular y para sus personas más cercanas, sus propias profecías en las que aseguraba que sería campeón olímpico. Antes, José Manuel Abascal y José Luis González habían conseguido grandes éxitos para el medio fondo español pero en ese momento el soriano había subido al olimpo de los elegidos. Sin duda, aquel día Cacho se convertía en un mito del deporte español y su victoria en Barcelona en una de sus imágenes icónicas.

Desde entonces y hasta finales de la década de los noventa Cacho seguiría compitiendo a un excelente nivel consiguiendo ser campeón de Europa, dos veces subcampeón del mundo y, cuatro años más tarde, subcampeón olímpico y quién sabe si algo más si la caída de Hicham El Guerrouj en Atlanta no le hubiera perjudicado para permitir el triunfo de Nourredine Morceli. Y es que el soriano mantuvo duelos épicos con el atleta marroquí y el argelino, tres de los mejores mediofondistas de la historia del atletismo moderno junto a Sebastian Coe. Como prueba, siguen siendo los responsables de tres de las cinco mejores marcas de todos los tiempos y el protagonista de la obra todavía conserva el récord de Europa de la distancia logrado en Zúrich en 1997.

Cómo se vivieron estos duelos y mucho más es lo que nos cuenta «Método Fermín Cacho: Aprende a correr con el campeón olímpico». El libro es un exhaustivo y ameno recorrido por la vida y trayectoria del atleta con mejor palmarés de la historia del atletismo español. Exhaustivo porque va recorriendo cronológicamente la vida y la carrera profesional del protagonista incluyendo numerosas fotografías y tablas con sus actuaciones año por año y la descripción de sus métodos de entrenamiento. Y ameno porque a través de las diferentes anécdotas desgranadas podemos conocer su carácter, la relación casi fraternal que tuvo con Abel Antón, sus entrenamientos y la preparación de las competiciones con su preparador Enrique Pascual o las negociaciones con su representante Miguel Mostaza. Pero también podemos recordar sus polémicas (como buen competidor que se precie) y la amistad con sus rivales, la repercusión en la prensa y la sociedad española de sus éxitos y de sus escasas decepciones. Como bien dice el propio Fermín, en mi vida faltaba aún algo, «un libro que plasmara todo lo que me había ocurrido desde que estaba en Ágreda, mi pueblo, hasta que terminé mi carrera atlética y ahora por fin lo veo cumplido».

Fermín Cacho en la presentación del libro con las medallas conseguidas en los grandes campeonatos.
Fermín Cacho en la presentación del libro con las medallas conseguidas en los grandes campeonatos.

Lo que queda clarísimo a lo largo del libro es que un campeón como Fermín Cacho nace, ya que sus capacidades atléticas fueron fundamentales, pero también se hace porque como señala el presidente de la Federación de Atletismo José María Odriozola «su capacidad de trabajo era gigantesca, algo que desgraciadamente hoy no tienen otros mediofondistas». Unas palabras aún con más valor ya que Fermín Cacho fue rival de Odriozola en las últimas elecciones a la Federación de atletismo, lo cual no ha impedido que según Odriozola mantengan «una excelente relación». El tercer elemento clave de su éxito, como señala Anacleto Jiménez (campeón de Europa y subcampeón del mundo de 3000m en pista cubierta) es su carácter único como competidor «la tensión que lleva consigo una gran competición siempre te resta pero en el caso de Fermín era todo lo contrario, le hacía dar más de sí, rendir aún más, siempre estaba convencido de lo que podía conseguir e iba a por ello».

El libro está escrito a cuatro manos por Ignacio Mansilla y José Luis Hernández Rubio, periodistas y estadísticos de la Real Federación Española de Atletismo. La idea, según Mansilla «surge a finales de 2011 ya que en 2012 se cumplían 20 años del triunfo en Barcelona y hablando consideramos un poco injusto que alguien como Fermín Cacho no tuviera un libro en el que se plasme su carrera». Así, los dos periodistas empezaron a viajar a Andújar, localidad natal de la mujer de Fermín y en donde residen desde hace años, para ir profundizando en su trayectoria «desde mi primera visita a Andújar Fermín nos empezó a relatar su vida por orden cronológico y así comenzamos a escribir aunque en un principio no contábamos con ninguna editorial». Un contacto, el de la casa editorial, que consiguió el representante de Fermín, Miguel Ángel Mostaza, que desde el principio se mostró entusiasmado por la idea.

La presentación oficial del libro ha tenido lugar en la sede del Comité Olímpico Español.
La presentación oficial del libro ha tenido lugar en la sede del Comité Olímpico Español.

Pero la obra no solo incluye el relato de su trayectoria y su biografía sino que, en la segunda parte del libro, los aficionados al atletismo popular encontrarán una guía útil para planificar sus entrenamientos y elegir el material adecuado en función de sus aspiraciones deportivas con los consejos del propio Fermín Cacho. Además el libro incluye un DVD con un documental de Daniel Mostaza con imágenes de los hitos atléticos de Fermín Cacho comentados por él mismo y por rivales como Isaac Viciosa, Manuel Pancorbo o Hicham El Guerrouj, el todavía plusmarquista mundial de 1500m que también escribe el prólogo de la obra.

Pero los libros están para leerse y esto no deja de ser un aperitivo y una recomendación así que, si os gusta el atletismo y queréis conocerlo más desde dentro de la mano del mejor atleta español de la historia, no dejéis de leerlo, seguro que no os arrepentiréis. El libro se puede encontrar en las principales librerías y se puede comprar también en Amazon. Ahora solo queda que Fermín Cacho siga ligado al atletismo porque el deporte español le necesita ya que como señala el presidente del Comité Olímpico Español Alejandro Blanco, «estamos en una batalla por los Juegos del 2020 para Madrid. Barcelona produjo la gran transformación de la sociedad española y ahora necesitamos una segunda transformación» y seguro que Fermín podrá ser de gran ayuda para lograrlo.