El jugador de baloncesto de los Washington Wizards Jason Collins ha reconocido públicamente su homosexualidad en el último número de la revista Sports Illustrated. En ella se afirma que es el primer deportista del deporte profesional en Estados Unidos en reconocerlo aunque no es así. Tan sólo hace unos meses también lo hizo el futbolista norteamericano Robbie Rogers. Y antes de ellos lo hicieron otros deportistas con algo en común, todos sufrieron represalias. Y es que, aunque todas las orientaciones sexuales son respetables, todavía hay ámbitos en donde la no discriminación está lejos de conseguirse. Uno de ellos es el deporte de élite. Hasta ahora se han dado pocos casos de deportistas gays que hayan salido del armario, bien por miedo a ser marginados o por temor a perder patrocinadores. Los repasamos.
Jason Collins ha reconocido públicamente su homosexualidad aunque no es el primer jugador de la NBA en hacerlo.
Si hay un deporte en el que se han visto pocos casos es en el fútbol, ya que son escasísimas las ocasiones en las que un futbolista ha declarado abiertamente su homosexualidad. El ejemplo más destacado es el del malogrado jugador inglés Justin Fashanu. Tras reconocer su homosexualidad, su propio hermano le calificó de “paria” y su polémico entrenador en el Nottingham Forest, Brian Clough, le prohibió entrenar con el equipo por lo que su carrera fue cayendo poco a poco en picado. Años después, en 1998, fue denunciado por agresión sexual por un adolescente en Estados Unidos y apareció ahorcado un mes más tarde. Junto a su cadáver su nota de despedida afirmaba que “la opinión pública ya le había juzgado y condenado”. Tenía sólo 37 años.
El malogrado Justin Fashanu, uno de los pocos futbolistas que ha revelado su homosexualidad.
El baloncesto norteamericano
Si pasamos de la portería a la canasta tampoco es que abunden los casos aunque quizá el más mediático ha sido el del ex jugador de la NBA John Amaechi. En la profesión Amaechi es conocido especialmente por dos razones, por haber renunciado a un multimillonario contrato con Los Angeles Lakers y, tras retirarse, por haber anunciado su homosexualidad. Lo hizo en 2007, primero en televisión y luego en su libro «Man in the Middle».
Su confesión generó numerosas adhesiones y también sonadas críticas entre sus compañeros de la NBA, como la de Lebron James: «tienes que ser sincero con tus compañeros de equipo y si eres gay y no lo admites, no eres sincero».
John Amaechi, el único jugador de la NBA que había salido del armario hasta Jason Collins.
En el baloncesto femenino, la tres veces campeona olímpica Sheryl Swoopes es una de las pocas jugadoras que ha reconocido su homosexualidad. La deportista es conocida como la Michael Jordan femenina y su historia es curiosa ya que primerose casó con su novio del instituto y tuvo un hijo. Años después Swoopes se divorció y, en 2005, anunció públicamente su condición homosexual. Actualmente, retirada de las canchas, vive con su pareja, la también ex-jugadora de baloncesto Alisa Scott.
Sheryl Swoopes, estrella de la WNBA y tricampeona olímpica con EEUU.
Casos en el tenis femenino
Probablemente el deporte en donde se han producido más salidas del armario ha sido en el tenis y, más concretamente, en el femenino. Martina Navratilova es quizá el icono del movimiento gay en el deporte. Con 18 títulos de Grand Slam, la tenista checa es una de las leyendas del tenis mundial. En la mitad de su carrera, en 1981, se nacionalizó estadounidense y reveló públicamente su orientación sexual. Desde que lo hizo ha tenido parejas célebres y ha trabajado como activista en numerosas ocasiones.
Martina Navratilova, leyenda del tenis y pionera en reconocer la homosexualidad.
Amélie Mauresmo, tras reinar en Wimbledon en 2006.
El ciclismo escocés
En el deporte de las dos ruedas en Escocia encontramos dos casos llamativos. El primero de ellos es el del ciclista de los años 80 Robert Millar quién casi desbanca en la Vuelta de 1985 a Pedro Delgado. Millar, un ciclista tímido y reservado, fue profesional durante once años y después desapareció de la vida pública. Nadie parecía saber nada de él hasta que un periodista empezó a indagar sobre su paradero y descubrió que Millar se había convertido en una mujer tras una operación de cambio de sexo. Actualmente se llama Philippa York y vive con su compañera Linda Purr. Millar había estado casado antes con una mujer y es uno de los pocos casos de transexualidad en el mundo del deporte.
Robert Millar mantuvo un apasionante duelo con Pedro Delgado en la Vuelta de 1985.
Otro escocés, Graeme Obree, dió mucho que hablar, tanto en el velódromo como fuera de él. Campeón del mundo en pista y recordman de la hora, Obree era conocido por sus posiciones inusuales en la bicicleta y por diseñarlas y fabricarlas él mismo, incluso con partes de una lavadora. En la pistas disfrutaba, lejos de ellas sufría. Aquejado de depresión clínica, el ciclista intentó suicidarse dos veces y, en enero de 2011, reconoció en la revista «Scottish Sun» su homosexualidad. Su inusual vida se ha dramatizado en la película The Flying Scotsman, su apodo en la vida real.
Un dilema al que se enfrentan muchas veces los deportistas homosexuales es la dificultad que su confesión puede suponer a la hora de conseguir patrocinadores. Es lo que le ocurrió al mítico saltador de trampolín estadounidense Greg Louganis, retirado tras los JJOO de Seúl 88 con cuatro medallas olímpicas de oro y varios campeonatos mundiales. En 1994, tras afirmar públicamente que era gay, Louganis vio como las empresas que le patrocinaban hasta ese momento dejaron de hacerlo aunque su carrera ya estaba terminando.
Greg Louganis perdió varios patrocinadores tras reconocer su homosexualidad en 1994.
En España, el jinete Quique Sarasola reveló públicamente su homosexualidad en la portada de la desaparecida revista Zero, si bien no le supuso ningún trauma ya que jamás lo había ocultado y, cuando pudo legalmente, contrajo matrimonio. Los dos ejemplos más recientes son el de la campeona sueca de esquí Anja Paersonque lo reconoció el año pasado tras retirarse yel del boxeador puertorriqueño Orlando Cruz, el primer púgil en declararse homosexual.Los casos mencionados son solo los más conocidos entre los deportistas, pero hay muchos más. Probablemente solo sea cuestión de tiempoque en el deporte, al igual que en el resto de la sociedad, también se asuma la homosexualidad cada vez con más naturalidad.
Una joven becaria de un periódico, una estrella del Atlético de Madrid, una liga de fútbol que termina y donde hay demasiado en juego, unos sujetos dispuestos a todo para la salvación de su equipo…El cóctel de «Fuera de juego», la primera novela de la periodista Laura Estévez, no podía estar más de actualidad ya que, recientemente, laEuropol ha destapado una trama de amaño de partidos que operaba desde Asia pero que salpicaba también a las ligas europeas, la Champions League y a las competiciones internacionales.
La novela tiene su germen en un caso anterior, más concretamente en el «Calciopoli». Así se conoce el oscuro escándalo del fútbol italiano que en 2005 y 2006 implicó a algunas de las grandes escuadras del Scudetto: la Juventus, el Milan, la Fiorentina, el Lazio y el más modesto Reggina. Fueron acusados de generar fraudes en los partidos del Calcio al designar a árbitros «favorecedores». El director general de la Juventus, Luciano Moggi, fue el promotor principal con la ayuda de directivos, responsables del estamento arbitral e incluso de miembros de la Federación Italiana de fútbol. Tras el proceso judicial, Juventus, Fiorentina y Lazio fueron descendidos de categoría, el Milan comenzó la siguiente campaña con 15 puntos menos y los dos títulos de liga de la Vechia Signora obtenidos en 2005 y 2006 pasaron a las vitrinas del Inter de Milán.
La protagonista de «Fuera de juego», Valeria Fuentes, es una joven periodista que realiza sus prácticas de verano en la sección de internacional de «El Mensajero». Pero el azar y la urgencia se alían para que tenga que sustituir a un compañero entrevistando a Iván Segura, la joven estrella del Atlético de Madrid codiciada por gran parte del fútbol europeo. Valeria quiere ser redactora de la sección de internacional pero, por estar en el sitio equivocado, descubre una trama muy oscura en la liga de fútbol. Amaños de partidos, accidentes sospechosos, el día a día del periodismo deportivo y una historia de amor de fondo componen los ingredientes de esta novela narrada en primera persona y que con un estilo ágil nos engancha desde el comienzo hasta la resolución de la intriga. La primera obra de Laura Estévez está prologada por el periodista y locutor Javier Ares con quien la autora compartió micrófonos en Onda Cero. La novela fue Accésit del IV certamen de literatura deportiva del diario Marca y ha salido a la venta a principios de abril como uno de los primeros lanzamientos de la editorial «Popum books» y se puede adquirir en su página web. En plena vorágine de presentaciones, hemos hablado con la autora sobre su novela, el fútbol y el periodismo.
La periodista asturiana Laura Estévez debuta en la literatura con su obra «Fuera de juego».
¿Cómo surge la idea de la novela?
Casi como una broma de adolescentes. Yo estudiaba por entonces primero de periodismo y compartía curso y trabajos de clase con una compañera que conocía desde el instituto. Ella conoció a un futbolista en ciernes que se llamaba Iván y me pidió que le escribiese una historia romántica. En un principio iba a ser así pero me pareció que el argumento «periodista en prácticas conoce a estrella del fútbol y se enamoran» era muy cursi. Entonces se me ocurrió que podría recuperar una vieja idea de escribir sobre los amaños en los finales de liga pero utilizándolos a ellos como personajes. La historia de amor pasó a un segundo plano y así en la novela hay fútbol, periodismo, sobornos, bandas organizadas, persecuciones, crimen y quizás…también amor.
Una joven periodista en sus primeras prácticas, el Atlético de Madrid como protagonista del que eres aficionada y al que cubriste…¿En qué medida es autobiográfica?
Muy poquito. Claro que utilizas conocimientos y experiencias propios, sobre todo cuando eres tan joven y tienes tan pocas experiencias, pero Valeria se parece más bien poco a mí. Ella detesta el fútbol y el deporte en general, de hecho hasta lo menosprecia y se siente frustrada cuando la mandan ir a cubrir información deportiva, pues sólo quiere dedicarse a las noticias de política internacional. A mí, sin embargo, siempre me ha apasionado el deporte, desde niña, y mi sueño era convertirme en periodista deportiva. El Atlético de Madrid se convierte en protagonista por dos motivos: el primero, porque fue el club al que me acerqué en esos primeros años de carrera, para hacer las entrevistas y trabajos de clase, ya que siempre me trataron como de la familia y me facilitaron todo, de ahí que me identifique tanto con el equipo; y el segundo, porque la fama lo precede y, si hay un equipo al que pueda ocurrirle de todo, ése es el Atleti.
En la novela se menciona el «Calciopoli» y hace poco hemos conocido el escándalo de compra de partidos desde Asia destapado por la Europol. Aunque el fútbol español no estaba implicado, siempre ha habido rumores sobre primas (por ganar, no por perder) y «maletines». ¿Crees que aquí se ha podido ir más allá y también ha podido haber casos de compra de partidos?
Yo sí que creo que estas cosas ocurren de verdad, porque no sería un tema tan recurrente cada año si no pasara. Otra cosa es cómo demostrarlo. En mi novela, la casualidad es la que permite tirar del hilo, pero en general me parecen tramas muy difíciles de destapar y delitos que no dejan huella. Llevamos décadas llenando páginas y páginas de prensa deportiva con ello y sólo podemos referirnos con pruebas a esas dos grandes redes, y fíjate quiénes las han descubierto, nada más y nada menos que la policía italiana, más que acostumbrada a tratar con el crimen organizado, y la misma Europol. Pienso, además, que según está ahora España, la corrupción en el fútbol, aunque la hubiera, habría pasado a un segundo plano, los juzgados están demasiado llenos.
La protagonista es una periodista de la sección internacional que termina metida de lleno en la sección de deportes. ¿Qué te parece el periodismo deportivo que se hace en España? ¿Crees que el fútbol acumula demasiado espacio eclipsando a otros deportes?
Como aficionada al deporte y defensora del periodismo de calidad en todos los ámbitos, también en el deportivo, sí que me gustaría que se diversificara más la información hacia otros deportes. Se ha demostrado que, cuando la selección de baloncesto Nadal o Fernando Alonso ganan arrastran a muchísima gente; pero después, en la información diaria, todos esos deportes quedan reducidos a una página o a un recuadrito. También me gustaría que la información fuese más ingeniosa y no se limitara a tirar semanas y semanas de enfrentamientos artificiales, a veces intencionadamente buscados por la misma prensa deportiva para vender polémica. Hay millones de deportistas en España y, por lo tanto, millones de historias humanas detrás de ellos y de pequeños clubes o deportes casi desconocidos. Sin embargo, hay que reconocer que el periódico más vendido en España, más que los generalistas, sigue siendo el Marca. Entonces está claro que a una gran mayoría de lectores les gusta el periodismo deportivo tal y como se hace en nuestro país.
¿Cómo valoras la presencia creciente de las mujeres (periodistas) en un campo tradicionalmente masculino como el fútbol?
Como no puede ser de otra manera, me alegra enormemente que esto ocurra, pero también hay que hacer autocrítica de nuestro género en el mundo del periodismo deportivo. Al igual que en todos los sectores profesionales, y por el trasfondo histórico que arrastra España, la incorporación de la mujer es tardía. Pero aquí hay un hándicap mayor para que esa incorporación llegue. Se puede decir que las primeras generaciones de economistas mujeres, o con cualquier otro estudio universitario, llegaron al mercado laboral en los ochenta-noventa. Sin embargo, el periodismo deportivo tiene mucho de vocacional por lo que tenemos que esperar a que se abandonen los clichés machistas y que las primeras niñas que pudieron jugar al fútbol o ir a los campos sin que las mirasen como bichos raros lleguen a la edad laboral. Por eso yo creo que la incorporación ha sido tan tardía. Yo nací en el 82 y apenas tuve la oportunidad de jugar en un equipo federado a los 15 años. Es la generación posterior la que viene libre de prejuicios, ni siquiera la nuestra. Eso sin olvidar casos realmente extraordinarios de mujeres de trayectoria reconocida desde hace décadas, como Olga Viza o María Escario, aunque sean los menos. Y en cuanto a la autocrítica, se debe a que la incorporación de mujeres es un poco ilusoria. Si nos fijamos, una inmensa mayoría sigue un mismo patrón y ocupa los mismos puestos. Es injusto por parte de los dirigentes de los medios, pero a la vez también por parte de quien sabe que no ha llegado hasta ahí por méritos estrictamente profesionales. Hay profesionales del deporte maravillosas en las redacciones, y, por supuesto, también muchas de las reporteras a pie de campo, no se trata de sembrar el sambenito contrario, que por ser guapa no puedas ser una gran periodista. Pero cuando el periodista que esté al lado de la chica guapa en el plató no sea calvo o poco agraciado; o mejor, cuando el chico sea como sea, pero la chica también sea como sea, podremos estar hablando de igualdad en el periodismo deportivo. O cuando el chico haga los comentarios en la banda y sea la chica la que esté narrando el partido, porque son contada, estaremos hablando de igualdad. Y ahí entran los resquicios machistas de algunos dirigentes de medios, los de gran parte del público del periodismo deportivo y también el ser conscientes de nosotras de que, tristemente, tenemos que hacer el doble para demostrar lo mismo.
En algunos países europeos, especialmente en Inglaterra, existe una gran tradición de libros relacionados con el deporte y que consiguen grandes ventas. Mientras, en España, hay mucha prensa deportiva pero menos tradición de libros sobre deporte por lo que muchos autores optan por la autopublicación. En tu caso la novela se publica en Popum Books, una nueva editorial independiente. ¿Cómo ha sido el proceso de búsqueda de editorial?
Mi historia editorial ha sido un ir y venir con final feliz. «Fuera de juego» comencé a escribirlo en el año 2001, con 18 años, y lo escribí casi del tirón hasta dejarlo al borde del desenlace. Unos años después, ya en 2005, mi mejor amigo lo descubrió y me animó a terminarlo para presentarlo al Premio de Narrativa Deportiva Marca. Las correcciones las hicimos sobre la bocina, y cuál fue mi sorpresa cuando me llamaron para decirme que estaba entre las finalistas. El Accésit Especial supuso una satisfacción enorme, pero también una pequeña decepción. En aquel momento, habría cambiado el premio material por la publicación. Coincidió con un cambio de trabajo, de ciudad y de vida, por lo que la novela se quedó durmiendo el sueño de los justos unos años más. Conocí al editor de un modesto sello asturiano, «La Cruz de Grado», a raíz de un reportaje sobre libros. Le interesó, pero no le encajaba en sus publicaciones. He tenido que esperar a que, con un nuevo socio, se lance a la aventura nacional con «Popum Books» para que mi novela sea también su primera novela. Soy muy afortunada, porque ya lo daba por perdido porque ahora casi nadie se atreve a publicar.
Y una vez logrado el reto y el sueño de que tu novela consiga llegar a las estanterías de las librerías, ¿qué consejos puedes dar a nuevos autores que buscan ser publicados?
Yo creo que no hay que desfallecer y, sobre todo, no cerrarse puertas. No podemos desanimarnos porque las grandes editoriales nos digan que no. Normalmente, éstas siempre apostarán a lo seguro, no a un novel. Debemos llamar a todas las puertas. Incluso, si se opta por la autoedición, quizás podrían pensar en unirse a otros dos o tres autores en nuestra misma situación y funcionar como cooperativa. Publicar un libro no es sólo escribirlo, corregirlo, maquetarlo e imprimirlo. Los presupuestos, la distribución, la promoción… si al menos podemos dividir tareas entre tres o cuatro personas, puede tener cierto futuro. Si no, la autoedición ahora mismo sólo te la puedes permitir como el placer de ver tu obra publicada; lo más habitual será que sólo te genere pérdidas económicas.
Como comentábamos antes, en España hay mucha prensa deportiva pero la literatura deportiva es un fenómeno relativamente reciente y que apenas está despegando. ¿Crees que las editoriales deberían apostar más por el deporte como material publicable?
Estoy segura de que sí. Es una contradicción que se venda tanta prensa deportiva y se consuman tantas tertulias radiofónicas y televisivas sobre fútbol, que los bares se llenen para ver los partidos… y que apenas haya un puñado de novelas ambientadas en el mundo del deporte. Creo que los potenciales escritores de narrativa deportiva, que somos principalmente los periodistas especializados, estamos tan ocupados en llenar páginas y parrillas diarias que no nos quedan ni tiempo ni ganas para algo con poso, como una novela. Ahora que he entrado en contacto con el mundo editorial, he podido ver que, en los últimos años, los libros que han funcionado a pesar de la crisis han sido los relacionados con el deporte, y sobre todo con el fútbol. Y, lo que estoy viviendo en primera persona: resultan un gancho para los jóvenes. Hace sólo un par de semanas que hemos puesto «Fuera de juego» a la venta y ya me han llamado de dos institutos de secundaria para charlas-coloquio con los chavales, porque se han dado cuenta de que, contra la inapetencia generalizada que les provoca la lectura a nuestros adolescentes, sólo pueden luchar con libros que hablen de lo que les gusta, y en el caso del fútbol, gusta y mucho.
El posible fichaje de Iñaki Urdangarín como ayudante de Valero Rivera en la selección de balonmano de Qatar (o Catar según la nueva acepción) ha generado un gran revuelo mediático. El vínculo personal entre el ex seleccionador español y el duque de Palma ha sido clave para que se plantee su contratación aunque también la gran relación entre las Casas Reales de los dos países. Así, Urdangarín conseguiría un muy buen salario y poder salir de España donde ahora mismo no es especialmente bien visto por su imputación en el caso Nóos e incluso podría proporcionarle beneficios legales por la ausencia de un tratado bilateral entre los dos países. Rivera fue el entrenador de Urdangarín en el exitoso FC Barcelona de balonmano y, posteriormente, también llegaron a hacer negocios juntos. Pero este hecho tampoco debería sorprendernos ya que en nuestro país y, según los expertos en networking, cerca del 80% de los trabajos se consiguen gracias a los contactos personales o, hablando en plata, a los enchufes.
De hecho, Valero Rivera ya había sido acusado de favorecer a su hijo al convocarle para la selección campeona del mundo de balonmano aunque la gran actuación de su vástago en el último mundial y en la liga francesa (mejor jugador en el último campeonato galo) han desmentido estas acusaciones. No ocurre lo mismo en el caso de Iñaki Urdangarín, gran jugador en su momento pero sin ninguna experiencia previa en los banquillos. Como tampoco la tenía en la organización de foros deportivos cuando puso en marcha con Diego Torres su entidad sin ánimo de lucro (finalmente muy lucrativa) o como directivo antes de su paso por Telefónica aunque, ya se sabe, quien tiene padrino se bautiza. Pero antes de Iñaki Urdangarín, el deporte ha vivido otros episodios en los que el nepotismo ha estado por encima de la meritocracia.
Iñaki Urdangarín y Valero Rivera volverán a trabajar juntos al mando de la selección de balonmano de Catar.
Los hijos de Lorenzo Sanz
Lorenzo Sanz fue presidente del Madrid durante cinco años, entre 1995 y 2000, hasta que llegó Florentino Pérez para arrasar en las elecciones e iniciar una nueva época en el club y casi un nuevo estilo de presidencia en el fútbol español. Pero antes de ser presidente, Sanz fue vicepresidente durante muchos años en la época de Ramón Mendoza. Así, Sanz consiguió que sus hijos entraran desde bien jovencitos en las categorías inferiores del club. Pero cuando llegaron a la edad adulta se vieron sus limitaciones y tanto Lorenzo Sanz en baloncesto como Paco Sanz en fútbol tuvieron que ir a equipos mucho más modestos para poder seguir jugando.
Su tercer hijo, Fernando Sanz, si demostró un mejor nivel perteneciendo durante varios años al primer equipo y terminando su carrera en el Málaga, del que posteriormente fue presidente durante cuatro años antes de vender el club al jeque qatarí Al Thani. En el caso de Lorenzo Sanz Durán, después de retirarse del baloncesto con sólo 29 años, fue director general del Real Madrid de baloncesto durante un año en el que el equipo ganó una liga ACB. Una vez que su padre dejó de ser presidente, dejó el cargo ante la llegada de Florentino Pérez.
Lorenzo y Fernando Sanz, padre e hijo, ex presidente y ex jugador del Real Madrid.
Los lazos familiares de Johan Cruyff
Pero también en el Barcelona se ha dado alguna situación en la que la calidad de algunos jugadores quizá no estaba a la altura de la alcurnia de su apellido paterno. Es el caso de Jordi Cruyff, que formó parte de las categorías inferiores del Barça hasta que su padre le dio la oportunidad de empezar a jugar con el primer equipo en 1994. Dos años después, el gran Johan Cruyff terminaba su ciclo al mando del histórico «Dream team» y con él la andadura de su hijo en club de la ciudad condal. Posteriormente Jordi jugó tres temporadas en el Manchester United para después enlazar experiencias en distintos equipos como el Celta, Alavés y el Español para terminar su carrera en la liga chipriota. Su calidad o la evocación del apellido en su patria natal también le permitió ser internacional con Holanda en nueve ocasiones.
Más curioso fue el caso de Jesús Angoy que tras defender la portería del filial azulgrana tuvo la oportunidad de jugar nueve partidos en el primer equipo en la misma época que Jordi. ¿La razón? Quizá que era el yerno de Johan Cruyff aunque las críticas recibidas y el cese de su suegro provocaron su pronta salida del club. Poco después, Angoy se pasó al fútbol americano para jugar como «pateador» durante siete años en los Barcelona Dragons y en esta disciplina si que tuvo reconocimiento.
Jesús Angoy no pudo triunfar en el fútbol pero sí jugó a un buen nivel en los Barcelona Dragons de fútbol americano.
El clan de los Maradona
Y si Cruyff ha sido uno de los grandes en la historia del fútbol, quizá aún más lo ha sido Diego Armando Maradona. El Pelusa, en su mejor época a finales de los ochenta, también vio un buen momento para recomendar a sus dos hermanos. Empezamos por el más pequeño, Hugo, ya que desarrolló una carrera futbolística a un buen nivel. Al igual que su hermano mayor debutó en Argentinos Juniors y después, «curiosamente», fue fichado por el Napolés donde reinaba su el gran Diego, aunque fue cedido y más tarde formó parte del Rayo Vallecano para después iniciar una carrera exótica con paradas en Austria y Japón para retirarse en su Argentina natal.
El otro hermano de Diego, Raúl, más conocido como «Lalo», debutó en Boca Juniors aunque sólo jugó tres partidos y posteriormente no fue capaz de estar a la altura de su ilustre apellido. Eso sí, tuvo la oportunidad de ser un trotamundos del fútbol y llegó a jugar hasta en seis países diferentes. Uno de ellos fue España y como curiosidad, en el contrato de Lalo con el Granada estaba estipulado que en un amistoso deberían participar los tres hermanos. Eso hizo que el gran Diego fuera por un partido jugador del equipo andaluz para medirse al Malmoe sueco. El apellido también ayudó a Lalo a ser uno de los integrantes del programa Gran Hermano VIP aunque su fama mediática también duró poco tiempo.
height=»400″ /> Los tres hermanos Maradona cumplieron un sueño al jugar juntos en un amistoso entre el Granada y el Malmoe sueco.
Vistos los ejemplos anteriores, es evidente que tener un determinado apellido tiene ventajas e inconvenientes. Entre los perjuicios, que en la comparación algunos deportistas han salido muy malparados y sus cualidades pueden haber sido infravaloradas. Entre las ventajas, que el apellido abre unas puertas que quizá como un jugador anónimo permanecerían totalmente cerradas. En los casos que hemos tratado, los hijos, hermanos, sobrinos, yernos o «amigos de» tenían calidad deportiva, unos más que otros, pero no se puede negar que el «empujoncito» que recibieron fue fundamental para poder jugar entre la élite. Pero, al fin y al cabo, y aunque se supone que el deporte es un mundo meritocrático, tampoco debería extrañarnos porque el ‘networking’ y el nepotismo están totalmente enraizados en la sociedad.