Crónica publicada en Zoomnews.es el 25 de enero de 2013
España jugará el domingo su segunda final en un Mundial, esta vez ante Dinamarca, que se impuso a Croacia por 30-24. Los pupilos de Valero Rivera solventaron su emparejamiento de semifinales derrotando a Eslovenia por 26-22, en un partido en el que las defensas han predominado claramente sobre los ataques. Al final, el cuadro ha favorecido al combinado nacional, quedando su camino hacia la última gran cita convertido en una autopista, después de producirse la derrota contra Croacia en la primera fase. Y es que, en lugar de habérselas visto con la campeona olímpica y mundial, Francia, y la europea, Dinamarca, se ha encontrado con Alemania y Eslovenia, jóvenes y en trayectoria ascendente, pero aún sin las tablas que los duelos decisivos de un Mundial requieren. Cuando el marcador se aprieta, se tensan los nervios y entran las dudas, la experiencia resulta vital y el oficio en la defensa adquiere tintes decisivos. Ahí es donde España ha marcado las diferencias en cuartos y semifinales.
Sin excesivo brillo pero con mucho oficio, la selección de Valero Rivero logró desconectar el hasta ahora fluido ataque esloveno, para conseguir, como apunta José Manuel Sierra, “una victoria más fácil de lo que habíamos imaginado”. ‘Quillo’ Sierra, decisivo en la portería en los cuartos contra Alemania, dio paso a Arpad Sterbik, inmenso bajo los palos, pero siempre ayudado por la muralla exterior. “Arpad ha echado la persiana, pero cuando mejor para es cuando mejor nos ve defender”, comenta el capitán Alberto Entrerrios, oro en Túnez 2005 y jugador que el domingo disputará su último partido con la selección esperando la mejor despedida, de nuevo como campeón del mundo.
El segundo superviviente del éxito africano, Albert Rocas, no ha tenido su noche más brillante, pero también sabe que los partidos a estas alturas de los campeonatos, cuando las piernas flaquean, los brazos ya no tienen la misma potencia y el acierto disminuye, se ganan en defensa. Para Rocas, estar en la final “era casi una obligación para nosotros, ya sólo nos queda poner la guinda al pastel”. Para ello será fundamental el apoyo de un Palau Sant Jordi excesivamente frío, que sólo se vino arriba ante las peticiones de los jugadores y cuando la segunda exclusión de Uros Zorman con 21-15 en el marcador presagiaba un final de partido sin grandes complicaciones.
Como el mismo Zorman explica, a Eslovenia, la revelación del campeonato e invicta hasta la semifinal, le faltó el físico y la experiencia necesaria en estos trances. Y también le faltó Dragan Gajic, su mejor anotador hasta ahora. Aún así, caer con el anfitrión, para un país del tamaño de la Comunidad Valenciana y la población del País Vasco, entraba dentro de lo imaginable para el capitán eslovenio, resignado aunque satisfecho. “Nuestro torneo ha sido un éxito y vamos a tener una gran motivación para conseguir la medalla de bronce”, afirma. Algo que sin duda, sabría a gloria en el pequeño país balcánico que nunca había llegado tan lejos en una cita mundialista. Y es que en la semifinal, a Eslovenia tan sólo le funcionó el flanco derecho, desde el que llegaron 12 de sus 22 goles, de los rápidos brazos de Jure Dolenec y Gasper Marguc, dos jóvenes talentos cuya brillante aportación no fue suficiente para poner en peligro la victoria de ‘los Hispanos’, que han marcado en todo momento el ritmo del partido, liderando el marcador de principio a fin y sólo viendo peligrar su total supremacía cuando el inspirado Goradz Skof paró hasta cinco balones seguidos, lo que permitió acercarse a Eslovenia a un solo gol (13-12).
Después, en el segundo tiempo, España siguió a lo suyo, con un Sterbik infranqueable y con inesperados anotadores, como Joan Cañellas, Viran Morros o Valero Rivera, que sustituyeron a los menos inspirados Albert Rocas y Víctor Tomás. Un partido que definitivamente fue el de los defensores para España, incluso en ataque, jugando a cambiar papelespor un día. Ahora tan solo queda culminar la faena para un balonmano español que hace unos años dominaba Europa a nivel de clubes, y que ahora sufre una fuga de talentos. En el equipo campeón en Túnez, todos los seleccionados jugaban en España, pero ahora, la crisis mediante, 7 de los 16 han tenido que emigrar a otras ligas. La victoria el domingo sería el mejor bálsamo posible, el mayor imán para la vuelta de los patrocinadores y la respuesta de la afición hacia uno de los deportes más intensos y espectaculares que existen.