Publicado por Daniel Riobóo en Suite101.net
Una mujer entrada en carnes y en años se desnuda sin complejos ante la cámara entre sonrisas cómplices de productores televisivos. Un joven obrero que se hace llamar Ricky intenta la cuadratura del círculo mezclando a Bruce Lee y a Ricky Martin en una actuación que le catapulte a la fama. Adolescentes italianas bailan sensualmente mientras estorban a sus competidoras en un concurso más para poder aspirar a ser velinas, las mujeres florero de la televisión italiana. Son todas estampas de un mismo sueño que se generaliza en Italia: el de poder aparecer en televisión para ser reconocido socialmente y recompensado económicamente.
La videocracia, el gobierno de la televisión
“Videocracy” es el documental del cineasta Erik Gandini, un italiano residente en Suecia que analiza como la televisión made in Berlusconi ha ido aumentando su influencia y su poder de seducción entre la población italiana de forma paralela a la ascensión empresarial y política de Silvio Berlusoni. Convertido en una suerte de Ciudadano Kane a la italiana, Berlusconi es el responsable de una «revolución cultural» desde la caja tonta en la que el dinero, la imagen y el sexo son los principales reclamos.
También y, sin pretenderlo, es el personaje sobre el que gira un documental que ha sembrado la polémica desde que se presentó fuera de concurso en la última Mostra de Venezia y cuyo tráiler fue inmediatamente censurado por la televisión pública italiana, la RAI.
El documental retrata una Italia donde la imagen, la fama y el dinero lo son todo
El documental mezcla imágenes de archivo con entrevistas personales realizadas por el director. Da a conocer a una serie de personajes que se lucran directamente de una sociedad frívola donde la imagen y las influencias son el medio para acceder a la fama, el poder y el dinero. Para conseguir estos testimonios Gandini nunca dijo que estuviera realizando un documental sobre la influencia mediática de Berlusconi, sino tan sólo sobre el mundo de la televisión.
Solo así pudo tener acceso a personajes como Lele Mora, el agente televisivo más influyente de Italia que no oculta el amiguismo imperante mientras muestra su profunda admiración por Mussolini. Del modelo berlusconiano también se beneficia Fabrizio Corona, un altivo dueño de una agencia de paparazzis que se define como un Robin Hood moderno y a la vez egoísta y que no duda en perseguir y posteriormente chantajear a famosos cazados en situaciones comprometidas. Su fuerte personalidad y su gusto por provocar le han convertido a él mismo en una estrella mediática en esta Italia decadente.
Berlusconi, un personaje polémico y megalómano
Pero el propio Berlusconi también genera polémica allí donde va. Su vecina en la célebre Villa Certosa ha encontrado la gallina de oro convirtiéndose en una paparazzi más que espía y retrata a los invitados de las fiestas de la suntuosa mansión del primer ministro y que se han hecho célebres.
También aprovecha sus continuos actos en Cerdeña para retratar a un hombre que muestra su megalomanía al afirmar que ha conseguido todo lo que se proponía y todo en lo que nadie creyó: el mejor equipo del mundo, el AC Milan, un imperio mediático sn precedentes en Italia y, finalmente, acceder a un Gobierno que además consigue sacar adelante leyes que le protegen frente a las causas judiciales pendientes.
La ambición sin límites del primer ministro italiano
Al igual que el magnate de la prensa en Estados Unidos a quien inmortalizó Orson Welles en el biopic más aclamado del cine, Berlusconi ha ido acaparando poder desde que a finales de los setenta las leyes italianas permitieron a sus canales locales emitir a nivel nacional. Desde entonces su imperio mediático y su influencia no han dejado de crecer, primero a través de su emporio Fininvest y su filial Mediaset y después directamente a través de las cadenas públicas.