Guiones imprevisibles, humor negro y un estilo visual propio, junto al gusto por la utilización de personajes excéntricos y los diálogos irónicos. Estas podrían ser, a grandes rasgos, las principales características de la obra de los Coen. Un cine de autor, pero también un cine comercial que busca la complicidad del público.
Autores de prácticamente todos los guiones de sus películas, éstos desbordan toda previsión al acoger giros inesperados que sorprenden al espectador y que a la vez no cantan pareciendo imposibles, un equilibrismo narrativo solo apto para los más grandes.
El humor negro y el sarcasmo siempre están presentes en su cine. La truculencia y la violencia son una constante en la mayoría de sus obras, pero siempre bañadas por la ironía, lo que hace que la situación más violenta dé paso inmediatamente a la carcajada, algo a lo que contribuye la comicidad de sus personajes.
Su universo visual hace reconocer inmediatamente sus películas, un estilo narrativo único que han ido puliendo a lo largo de su trayectoria y que siempre ha contado con grandes directores de fotografía, primero con Barry Sonnenfeld y, tras pasarse este a la dirección, con Roger Deakins. Como complemento a imágenes y diálogos, la música en las películas de los Coen siempre tiene detrás a la misma persona, el compositor Carter Burwell.
Curiosidades sobre Joel y Ethan Coen
Joel y Ethan Coen colaboran en todo el proceso de creación de sus películas, desde la escritura de los guiones a la producción y dirección, si bien hasta hace poco Joel aparecía como director y Ethan como productor en los títulos de crédito. Frecuentemente han utilizado el seudónimo de Roderick Jaynes para algunos de los montajes de sus películas que ellos mismos realizan.
En la industria se les conoce por el apodo de «el director bicéfalo», una suerte de monstruo de dos cabezas nada terrorífico. Muchos actores que han trabajado con ellos cuentan la anécdota de que, al estar tan compenetrados, suelen responder lo mismo cuando son interrogados sobre algún aspecto del guión o de los personajes. Y no, no son gemelos, ni siquiera mellizos, se llevan tres años de diferencia.
En cuanto a su vida personal, con ellos quedan claras dos cosas. Que viven para el cine y que el roce hace el cariño. Así se puede explicar que Joel esté casado con Frances Mc Dormand, a la que conoció en el rodaje de su primera película, «Sangre fácil» y Ethan con Tricia Cooke, co-montadora de varias de sus películas.
Influencias en el cine de los Coen
Reacios a reconocer sus influencias, los hermanos Coen han tocado por igual la comedia y el cine negro y, lo que es más difícil, la combinación entre ambos. La influencia de las alocadas comedias del Hollywood clásico en las que el argumento parece un rompecabezas (“Crueldad Intolerable” ´ó “El gran salto”) se combina con la de un cine negro que se presenta casi en estado puro en “El hombre que nunca estuvo allí”, rodada en un contundente blanco y negro. El cine negro también muestra su influencia en “Muerte entra las flores”, un enrevesadísimo thriller deudor de las novelas de Dashiell Hammet y una de las cumbres de su filmografía.
Personajes memorables y actores fetiche
Sin recurrir a los arquetipos, los personajes que pueblan las películas de los Coen no dejan a nadie indiferente. Alocados, excéntricos, perdedores, surrealistas o incluso totalmente imbéciles, personajes a menudo inclasificables que se convierten en pequeñas joyas para los actores, que al igual que hacen para participar en los proyectos de Woody Allen, no dudan en rebajar sus honorarios para prestigiar sus carreras. George Clooney, Tom Hanks o Brad Pitt son algunos de los últimos ejemplos.
Pero los Coen también tienen sus actores fetiche con los que cuentan a menudo. En un improvisado ranking de sus actores favoritos aparecen Frances Mc Dormand (a la sazón, mujer de Joel) y Steve Buscemi con seis apariciones en sus películas, John Polito con cinco, John Goodman y John Turturro con cuatro o últimamente George Clooney con tres actuaciones, en una sintonía que ha propiciado que los hermanos le vayan a producir su próxima película como director.
El paisaje como un personaje más de las películas de los Coen
A lo largo de la geografía de Estados Unidos, el paisaje y la ciudad son tan importantes en algunas de las películas de los Coen que podríamos decir que se convierten en un personaje más. El paisaje desértico de Arizona es el fondo de la huida de los raptores de bebés de “Arizona baby”. En contraste, el silencio de las llanuras heladas de Minnesota, estado natal de los directores, choca con el frenesí y la locura en la que va convirtiéndose «Fargo». Los Ángeles y sus variopintos ciudadanos toman forma en los irreverentes protagonistas de “El gran Lebowsky” mientras que en “O Brother” seguimos la particular odisea de los presos a través de la campiña de Mississipi. Otro paisaje clave es el de la cacería humana de “No es país para viejos”, las inhóspitas y calurosas tierras de Texas y Nuevo México.
Premios y reconocimiento del gran público
Y como con toda buena siembra que se precie, los proyectos de los Coen también han cosechado diferentes premios. Si los consideramos como un solo creador, Joel y Ethan Coen han sido casi los únicos en conseguir en una misma edición cuatro nominaciones a los Oscars, algo solo conseguido antes en la historia del cine por Orson Welles y “Ciudadano Kane”. Los Coen fueron ganadores a la mejor película por “No es país para viejos”.
Fue la última de las tres veces que tuvieron que subir al escenario en 2008 tras recoger las estatuillas a la mejor dirección y al mejor guión adaptado. Años antes, en 1996, lo hicieron para celebrar el Oscar al mejor guión original por Fargo.
Y cómo no solo de Oscars viven los cineastas, los hermanos Coen también pueden presumir de un globo de oro o de la Palma de Oro a la mejor película del Festival de Cannes en 1991 por Barton Fink. Todas estas distinciones, pero sobre todo, su personalidad única como creadores les han convertido en uno de los dúos más respetados del séptimo arte.